Este cómic es en realidad el típico autobiográfico que está tan de moda este siglo. Es en blanco y negro, su grafismo es funcional y cuenta una historia pasada, íntima, real y dramática. Es un poco como Maus ya que es un hijo contando la historia de su padre. Sin embargo, su mezcla de géneros posmoderna también hace de este cómic uno policíaco, uno de psicópatas e incluso uno histórico. Pero lo que le aleja más de ser la habitual historia patética gafapastosa es que está hecha desde la admiración y es positiva, aunque es un relato en la que el prota lo pasa mal casi todo el tiempo, en vez de estar hecha desde el desgarro y ser triste.
El asesino de Green River relata los 20 años que tardó la poli de Seattle en capturar al psicópata con ese apodo, uno de los asesinos en serie más terribles de EE.UU. pero cuya grisura lo ha opacado y por ello no es tan popular como otros que no llegaron tan lejos pero fueron más espectaculares. Esta historia puede ser biográfica porque el padre del autor fue el único que durante muchos años investigó el caso. Dado que el asesino de Green River sólo mataba prostitutas y dejó de asesinar, en estas cosas se asemeja al archifamoso Jack, la poli de Seattle decidió no invertir en el caso salvo lo mínimo. Así, fue el tesón y la inteligencia previsora de una persona la que acabó dando con el asesino. Lo más llamativo de esta historia para mi ha sido el padre ya que es un personaje muy parecido a los héroes clásicos del cine estadounidense: tenaces y unidimensionales hasta tal punto de resultar rocosos y ásperos. El protagonista, el padre del autor, aparece como un tipo muy inteligente y simpático pero su tenacidad inhumana, él es el único que no se rinde, que llega hasta la obsesión le hace antipático pues le hace inflexible y egoísta. Está claro, aunque el autor no lo dice explícitamente, que su empeño por no dejar la incógnita despejada, aquí estamos más ante un reto intelectual que ante el deseo de retirar de las calles a un asesino, que no pasó mucho tiempo con su familia además de que la escabrosidad y la confidencialidad del caso estableció una barrera entre él y su familia, esposa e hijos (los grandes olvidados del cómic), que hubiera roto el matrimonio de no tener sus cónyuges una mentalidad tradicional (estamos hablando de personas nacidas alrededor del 1950).
Esta cualidad biográfica hace a El asesino de Green River una de las mejores historias de psicópatas que se han hecho pues la hace única. Aunque hay relatos de asesinos en serie que se cuentan desde la perspectiva de los polis que han de capturarle, estos no son tan realistas ni tan agrios como este, siempre ceden a la espectacularidad y a la obligación del final feliz, y suelen estar protagonizados por personajes mientras que el padre del autor, aunque lógicamente este no profundiza en el prota, es una persona. Esto hace a la historia muy humana y, por ello, emocionante librando así al guionista de tener que usar las habituales, y por eso gastadas, herramientas del relato de psicópatas: la espectacularidad, la acción y la intriga. Otra cosa que acrecienta la humanidad de la historia es el psicópata. Quizás en esto tiene más mérito J. Jensen que en atreverse a retratar a su padre. El autor nunca condena al asesino de Green River a pesar de que no le tiene ninguna simpatía y lo retrata como debe de ser, un hombre tranquilo y gris. Un tipo humilde y familiar con un trabajo aburrido y de baja cualificación, una persona muy poco cinematográfica. Alguien un poco como DeSalvo, el Estrangulador de Boston con el añadido de que también se negaba a recordar para no tener que reconocer ante sí mismo que era un terrible asesino múltiple. El asesino de Green River debe de ser bastante listo pues mantuvo en jaque a la poli durante 20 años y fue un gran mentiroso, pero jamás buscó la notoriedad, nunca se ensañó con sus víctimas o sus cadáveres y era de lo más normal (lo cual cuestiona la premisa de que son anormales). Así pues estamos muy lejos del psicópata-monstruo tan típico. Su absoluta modestia y el hecho de que acabó dominando su ansia lo convierten en un villano apocado y aburrido, pero esto no es un handicap para el cómic pues hace a la historia más realista y al protagonista brillar más pues, como ya se ha dicho, es un tipo notable tanto por su inteligencia como por su tenacidad y gracejo. La ausencia de acción es el último elemento que hace a este duelo entre personas brillantes pero con vidas modestas y absolutamente convencionales una historia realista y humana, cosa que hace interesante y original a este cómic pues demuestra que ni con un psicópata nuestras vidas se vuelven cinematográficas.
Naturalmente el que El asesino de Green River sea una buena lectura también es porque está bien hecho. El guionista cuenta bien la historia al romper su linealidad, tocar todos los puntos (salvo la vida familiar del prota), asesino, polis y familiares de las víctimas, y dar verosimilitud a los personajes, y el dibujante, con un estilo funcional y realista demasiado claro para un relato de psicópatas y demasiado sencillo para una historia verídica, traslada muy bien en imágenes la humanidad y convencionalidad de los personajes del relato potenciando así el guión al darle lo que pedía.
Por todo esto no extraña que El asesino de Green River sea uno de los éxitos recientes de Norma. Es una historia interesante y emocionante que ofrece varias vías para engancharse y es seria y adulta. Esto último, algo valiente, para mi es lo mejor ya que no distorsiona la psicopatía convirtiéndola en un espectáculo consumible ya sea contando la historia como si fuese un cuento tradicional, donde el psicópata hace de Lobo Feroz o bruja del bosque, o como la típica peli de acción maniquea. Así, el relato tiene la crudeza que toda historia de asesinatos debe tener para no banalizar la muerte pero no la sordidez y la acidez de otros enfoques directos como el de la injustamente olvidada Henry, retrato de un asesino y conjuga perfectamente el final conservador, el asesino es pillado, con la inquietud que todo relato de Terror ha de dejar: al asesino de Green River le pillaron demasiado tarde y porque se dio su caso a alguien hipertenaz. Por esto El asesino de Green River es una lectura para todos los públicos a pesar de tratar un tema morboso ya que ni es simple, ni gore, ni sórdido, ni desagradable, ni maniqueo.
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