Tras un inicio mediocre el Iron Man de Gillen y Land nos ha dado una historia, finalizada hace un mes en EE.UU., dividida en 3 partes bastante buena. Un relato sencillo y muy pop que ocurre en el Espacio Profundo bien contado y con entidad que me ha entusiasmado lo suficiente como para dedicarle este post.
Magistral el retrato de la cultura alienígena de los Voldi. Con pocos y dispersos rasgos y sin ser ninguno de ellos original Gillen crea una sociedad singular con un largo e importante pasado, decadente, opulenta y hedonista. Una cultura en fase terminal donde todo el mundo es un aristócrata vanidoso que se aburre. ...En el tocador de una princesa, tan cerca de las estrellas que podrías pasar los dedos por ellas...
Me ha encantado que Gillen se haya preocupado de reflejar el choque cultural. Esto normalmente se obvia o se reduce a algo anecdótico. Además este es relevante para la historia pues Iron Man acaba siendo víctima de su provincianismo y soberbia pues, como siempre, de la suma de ambas resulta la ingenuidad. ESTO ES INCREÍBLE.
Genial la introducción del Registrador 451, un personaje torturado en la mejor tradición shakespiriana pues es un robot programado para ser un voyeur al que le gusta intervenir. Un personaje con mucho potencial debido a su conflicto interior que supongo que volverá a salir. ...Podrías parar pero no basta con mirar. Tienes que actuar.
Aparecen los Celestiales y la historia aumenta de sopetón de escala y de gravedad. Una visita de los Gigantes Estelares durante mi época! Qué bendición!
Magnífico el final. Un sobresaliente colofón que ensalza el eficiente desarrollo de la historia de Gillen. Sorprendente pero apropiado y muy contundente. Un gran broche final que hace a "El asesino de dioses" tener entidad suficiente como para poder leerse suelta y tener la calidad suficiente como para invitar a la relectura. El asesino tiene que pagar.
Land es un "dibujante" torpe, pobre y esclavo de las referencias. Nunca enriquece los guiones. Su mediocridad siempre es un handicap que tienen que superar los guionistas. Además, en Iron Man está flojo, acusa el tener que dibujar una serie quincenal, y fuera de su elemento natural. Pero su estilo de figuras hieráticas e impostadas le dan al cómic un aire de opereta que encaja muy bien con el género superheroico a lo industrial y nunca estropea una buena historia. Así, Land, aunque hace aquí un trabajo tristón y no hace ningún favor ni a Gillen ni al lector, da al cómic un aire autoparódico que contribuye a darle verosimilitud y apoya el tono irónico tanto del prota de la cole como del guionista de la misma.
En fin, una buena historia que deja con ganas de seguir leyendo el Iron Man de Gillen, pero también con miedo al posible descubrimiento de que la tónica general de la serie sea otra.
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