Este cómic me lo han dejado. En un principio no me llamaba mucho la atención, pero leía por ahí que estaba bien. Así que al final acabé esperándolo con ganas. Craso error.
Este cómic fracasa a pesar de partir de una premisa muy interesante, qué habría cambiado en las aventuras del Hombre de Acero si hubiese caído en la URSS en pleno estalinismo y hubiese sido criado por unos agricultores de una de las granjas colectivas de aquel momento?, porque el desarrollo de la historia y el diseño de esa ucronía se hace a base de convencionalismos, caricaturas, ideas tontas e incoherencias. Una pena porque la idea da para mucho si no se recurre al enfoque propagandístico de EE.UU. tierra de libertades, omnipresente en cualquier ficción de esa nacionalidad desde la Guerra Fría, para tratar el comunismo. También si se hace comunista a Superman. Millar, como siempre, va a lo fácil, a lo tópico y a lo pop así que se limita a presentar como única influencia del comunismo en Superman unas nada claras y explicadas tendencias dictatoriales. En la URSS sigue conservando su idealismo y altruismo característico que le llevan a que lo único que le interese es impedir accidentes o minimizar los daños, de ahí, pasa a convertirse en un dictador al llegar a la conclusión de que es la única vía para extender y preservar la utopía comunista. Así, tenemos que, si Superman hubiese nacido en la URSS, habría sido utilizado por el gobierno con lo que sí habría sido un superhéroe intervencionista. Cómo si no hubiese sido así en EE.UU. si el personaje se hubiese creado en el mismo año en que Millar escribió este cómic (2003). Sería un héroe al servicio del país, de hecho lo es con la mayoría de los guionistas, como todos los héroes de acción del cine estadounidense. En fin, que me estoy enrollando, pero es que de paridas que salpican el guión de Millar son muchas. Dos ejemplos: un Superman incapaz de no ayudar a nadie pero sin remordimientos en lobotomizar a sus opositores; un matrimonio sólido entre Lois y Luthor cuando estos nunca se ven. En fin, un guión de lo más tontorrón y simple, escrito bajo la sombra alargada del Batman Caballero Oscuro, que tira por tierra todas las posibilidades del argumento al renunciar a toda ambición de hacer algo complejo y nuevo, buscar lo molón por encima de la coherencia y, sobre todo, de la inteligencia y hacer de todos los personajes estereotipos caricaturescos de lo más manidos. Así, da igual que Millar sea un buen dialoguista, se le lee fácil, se expresa bien y tiene una gran capacidad para hacer frases molonas.
Los dibujantes tampoco hacen nada más allá de la mediocridad. Johnson gasta un estilo mezcla del de Chaykin y el de AH!, tosco y limitado y con una narrativa torpe, lo que evidencia su bisoñez, aunque es trabajador y es buen diseñador (su capucha para el frío es genial). Plunkett esta en la misma línea, pero más mignoliano y utilizando más líneas, lo que le da a sus dibujos un aspecto más personal y agresivo. Es un buen profesional, aunque tosco dibujante, que nos hace una interpretación de Brainiac brillante. En fin, 2 dibujantes normalitos que hacen un trabajo mejor de lo que merecía la chorrada escrita por Millar.
En fin, tened claro que este post esta escrito desde la decepción. No me esperaba una obra maestra (es Millar), pero sí un cómic con voluntad de hacer algo diferente y serio (debí recordar que era Millar). Para esto, ofrecer más de lo mismo, hubiera sido mejor archivar la genial idea del Superman rojo a la espera de un guionista de verdad. Por tanto, cómic del montón que resultaría entretenido si no fuese por su tonto guión.
Comentarios
el puto Millar solo sabe escribir superman en le adeventures. histporias cortas en las que no se note que como no sea destruyendo ciudades no tiene gancho.
experimento 626
experimento 626
Voy a ver si conservo esos números de Los 4 fantásticos.