Watchmen mató al cómic clásico de superhéroes, si bien no de forma fulminante. Tras Watchmen al mainstream no tenía más remedio que cambiar. Tenía varias posibilidades. Una de ellas era internarse alegremente en la comedia, que no es lo mismo que la parodia, en el humor. DC lo hizo con la JL de Giffen&DeMatteis y Marvel con la Hulka de Byrne. Evidentemente el humor ya estaba de antes, el tema es que esas series convirtieron a los Superhéroes en un género humorístico o cómico sin renunciar a lo que son. Porque los disfraces de superhéroes no son lo ridículo, tampoco sus poderes, igual que su altruismo violento tan demodé ahora, lo que es potencialmente risible son los clichés y tópicos que el género ha ido desarrollando a lo largo de las décadas que desde el final de los 80 permiten hacer el guión duna grapa de superhéroes en 2 horas. Cuando algo se convierte en convención se fosiliza, así que cuando el tiempo pasa queda fuera de lugar y por ello puede parecer ridículo. Decir que los superhéroes van con calzoncillos por fuera es un chiste mucho más reciente que aquellos. Cuando estos se crearon las mallas con calzones encima eran la indumentaria habitual de los forzudos y los trapecistas circenses. Sólo cuando esa referencia pasó, a la gente que no leía superhéroes le empezó a resultar risible el disfraz clásico de superhéroe. También ocurrió que el slip, posterior en un año a Superman, no se hizo popular en EE.UU. hasta los 80. En fin, Watchmen impidió que los guionistas de superhéroes siguiesen escribiendo como hasta entonces, y así llegó la comedia. Si bien, degraciadamente, no para quedarse, hoy es más habitual la parodia que aquella. No obstante el humor ahora está más presente en cualquier guión porque a pesar de Moore no se ha renunciado a todos los clichés y tópicos del género que ya a finales de los 80 estaban pasados.
La Hulka de Byrne incluye el célebre nº 275 de Cuatro Fantásticos (no incluido en ese atentado contra la grapa y el sentido común que es el tochal de Panini de Hulka/Byrne), la Marvel Graphic Novel nº 18 y los nº del vol. II de Hulka del autor. Lo que unifica estos poco más de 8 años no es Byrne sino el humor y el erotismo. La esencia de la Hulka de Byrne es su belleza (hubiera sido así si su creador gráfico no hubiera sido J. Buscema?). Lo que diferencia a esta superheroína de su primo Hulk es que está más buena que su alter ego simplemente humano. No es tanto la inteligencia pues su primo hace mucho tiempo que es inteligente. Cuando la 2ª serie de Hulka, el Hulk subnormal ya había pasado a la Historia. Esto quien lo mejor lo supo ver en su momento fue Byrne pues en Los Vengadores era dibujada por mancos. Deste modo la belleza del personaje saca del otrora fan favorite la contradicción interna del erotismo. Este por un lado celebra la belleza física, la homenajea y la elogia, pero por otro lado cosifica a su portador al reducirlo a mero cuerpo. Esta tensión no se hizo evidente hasta el feminismo de los 70 ya que el erotismo hasta entonces era eminentemente para ojos masculinos heterosexuales. Esto es evidente que le causaba (hoy no sé) mala conciencia a Byrne, sin duda el introductor del erotismo light en el mainstream aunque tiene precursores. Por un lado él dibuja muy bien el tipo de belleza femenina más popular, pero por otro es un hombre concienciado y por ello no podía dejar sin justificar una parte importante de su éxito en los 80, cuando los superhérores pasaron de ser leídos por niños a serlo por adolescentes. Esto es el tema básico de la Hulka de Byrne. Desde el 1º momento con ese argumento original y rompedor aún hoy que gira en torno a unas fotos del cuerpo desnudo de la prima de Hulk hasta el nº 50 del vol. II de Hulka, esta tensión lleva a Byrne a la ironía y al humor. Así, su fan service critica al fan que gusta del erotismo light y por eso sigue a la Hulka de Byrne allá por donde pasa (desto va realmente la "novela gráfica") y al erotismo machista del género (una característica del género ausente en los 80 pero omnipresente en los 90 que aún colea), sin dejar por ello de celebrar la belleza del cuerpazo de Hulka/la habilidad dibujística de Byrne. Desta manera en estos nº hay chistes que se ríen del fan pajillero y el erotismo machista de gente como J. Lee y seguidores junto con chistes que se ríen con las mujeres bellas (afortunadamente) exhibicionistas.
Pero la Hulka de Byrne no es oro. A pesar de que sea original y audaz el autor no está bien. La idea genial de Byrne es más grande que su talento y por ello al final tuvo que dejarlo, se fue de la serie (y de Marvel y del género) porque no tenía nada que contar (y el nuevo ecosistema era hostil para los autores, sobre todo para las viejas glorias). Dejando al margen la grapa y la novela que son ensayos, la serie realmente sólo es sobresaliente en sus 1º 5 nº. Después de eso Byrne superado por su idea genial, desencantado con un público que ya no le aplaude como antes e incómodo porque los guionistas han dejado de tener poder sobre sus personajes, se va divorciando de la serie. 1º el dibujo, los fondos se van yendo y el dibujo se va simplificando, y luego el guión, que va perdiendo sustancia. Hay demasiados nº donde el resumen del nº anterior ocupa casi tantas páginas como la grapa que resume. El humor nunca decae, aunque en su 2ª etapa renuncia a elementos clave como la ruptura de la 4ª pared para hacerse aceptable, porque Byrne es graciosete y acierta buscando en la Marvel primigenia sus argumentos, pero es insuficiente para mantener una cole que rápidamente ha caído en la nada. Que durase tanto sólo se debe a la lealtad proverbial del fan. Con cualquier otro dibujante el regreso de Byrne no hubiera durado ni un año. Y es una pena porque por ejemplo el autor al final da con una idea genial que es invertir el cuerpo de Hulka, de alta a baja y de delgada a rellena, y hay muchos personajes ridículos, sobre todo supervillanos, en el Universo Marvel que usar. La Hulka de Byrne paradójicamente hubiera necesitado un guionista más que complementase la limitada capacidad guionística de su autor. Nunca paras de reír leyendo Hulka pero a cambio te tienes que comer demasiada paja y las bromas pesadas de Byrne como esa en que deja como 4 páginas en blanco sin diálogos. Eso no puede ser porque las páginas en blanco no son gratis y la grapa es mensual. Él cobra lo mismo dibujando mucho menos y yo no tengo mi episodio mensual de una serie regular pero tengo que pagar por ello. Poner las páginas en negro como hacen Bendis y Hickman no cambia la cosa.
Así pues la Hulka de Byrne es una serie con tantas luces como sombras. Es divertida, original y audaz pero también pobre, tramposa y coyuntural. Lo peor que tiene es que es de su época, suele pasar con la comedia. El que no haya vivido los 80 y 90 y no sepa las movidas editoriales de la época, no puede apreciar muchas gracietas de Hulka. Así, esta serie rompedora y seguramente la más personal de todo el mainstream, a la postre no es una lectura fácil y grata. No obstante porque sus propuestas son geniales y es una serie muy posmoderna merece ser leída. Es importante saber lo que nos estamos perdiendo y que hay otras opciones además de las que hay sobre la mesa.
Comentarios
Yo sigo disfrutando con estos tebeos cada vez que los saco sencillamente porque son la antítesis de una entrega cualquiera de The Authority. No importa la página, sabes que contemplas una historieta y no el abocetado de lo que pudiera ser una peli en un simple vistazo. O, lo que hoy más me sorprende, que Byrne no cayese en filigranas aparentemente más complejas, como romper la convención de lectura izquierda-derecha, por ejemplo, que parecen resultar imprescindibles para lograr el aplauso en los tebeos que se quieren metanarrativos, y aún así construyese un relato humorístico en el que las convenciones sobre los personajes y los útiles de la narración historietística son el eje principal de cada una de sus historias. Y quisiera resaltarlo porque hace nada me compré el Pájaro burlón de Chelsea Cain y, dejando a un lado la buena premisa argumental que planteaba y a sus dibujantes, a dos de los cuales encerraría en un pozo lleno de viejos tebeos Marvel por un año a modo de cursillo intensivo tras el que pudieran reingresar a la profesión sin el peligro de daño cerebral para los consumidores de la cosa, encuentro que Byrne era ya entonces un avanzadísimo narrador y un genial guionista y dialoguista en comparación a muchos de los guioneros que pringan con el humor dentro del subgénero superheroico actualmente. Que a veces no hacen más que sumar un segundo nivel de narración, muy burdamente tejido, como ocurre en el Pájaro burlón de Chelsea Cain, insertando diseños que intercalan a modo de comentarios al margen de la acción central. Cuando no simples cartelas con las confidencias que el prota dirige al lector. Con lo que apenas si se alcanza el nivel de un pastiche paródico, no creo que nadie lleve la cuenta de los tebeos de Masacre que sin ser protagonizados por este personaje ni lucir su logoforma ni su logotipo en portada resultan ser una copia todavía más anodina de aquel; según el mismo modelo de comercialización que en los noventa dio en sacar pastiches mutantes (X-Pastiches) del Castigador. Lamentablemente, no creo que un lector más joven que nosotros sepa apreciar toda la acumulación de referentes que sirvieron a Byrne para provocar ese choque cultural que resultaba de exponer ante el lector (el de entonces) la acomodación de las modas y los gustos y los valores que podían o no admitirse en la producción historiertística dentro del mercado de los cuadernos estaodunidenses. ¿Qué sorpresa puede producir en un lector actual un episodio como el de los Ex-Humados? ¿O las cartelas que retira Hulka con los diálogos entre la editora y el dibujante? Por no hablar de las referencias al trabajo de otros autores. Como el agotamiento de las subtramas de Claremont, las poses de Jim Lee, o los desgloses narrativos de Liefeld.
Ese es el único punto negativo para mí, que ya remarcas hacia el final de tu reseña, el quedar anclada a esos referentes pasados. Pero, ¿no era inevitable?
Ismamelón Sobrino.
De la Marvel graphic novel no digo nada, porque ya es suficientemente genial conseguir un tebeo de ciencia ficción a lo John Carpenter (con esa página en la que el mendigo se va despojando de su disfraz) y mantener la retórica visual sobre el personaje que preside luego su serie sin lastrar la trama o la acción. Tengo que volver a leerla.
Ismamelón Sobrino.
(La semana pasada tuve tiempo de leer todas tus reseñas sobre tebeos de la I Guerra mundial. Geniales, especialmente la dedicada al acordeón ilustrado.)
(A qué reseñas te refieres?)