Esta colección, el paradigma durante 25 años de lo que debía ser un cómic adulto y alternativo dentro del mainstream, la abanderada de un sueño fracasado por el cual lo pop, entretenimiento sencillo de evasión hecho a base arquetipos, estereotipos, convenciones y clichés, por ello conservador, podía ser enriquecido con progresismo, cultura y reflexión, y así elevar el producto por encima de las palomitas y del usar y tirar, la leí muchos años después de su publicación por lo que lo tenía difícil para asombrarme puesto que Moore ya no puede sorprenderme pues he leído casi todo lo grande que ha hecho (y sigue haciendo), me falta Miracleman/Marvelman. Así, en su momento me pareció una etapa irregular. Ahora, tras releerla seguida unos años después, la opinión es la misma. Oscila constantemente entre el bien y lo brillante. Moore siempre está excelente, aunque se pasa con su prosa poética y recargada que hace difícil traducirlo bien, pero no siempre da con un argumento interesante o con la forma brillante de contar algo. De todos modos, lo que el inglés hace aquí está por encima de lo cualquier mortal en su mejor momento puede llegar a hacer. La etapa es irregular y Moore pierde el interés antes de que termine, pero el típico guionista mainstream, casi todos los que ha habido y hay, jamás llega a hacer algo así. Por eso estos episodios de La Cosa del Pantano son históricos y, en conjunto, de los más influyentes de los últimos 30 años.
Otra cosa especial que tienen es que son los únicos de Moore dentro de un universo de ficción cohesionado y determinado por la continuidad perteneciente a una editorial grande. Gracias a ellos podemos imaginarnos qué tal lo habría hecho el inglés si hubiera sido alguien más modesto y convencional. Es decir, cómo habría sido el trabajo de Moore si hubiera sido un guionista comprometido con el mainstream? Pues muy bueno, si se le hubiera dado libertad y confianza, pues aquí el inglés juega con la continuidad, legítimamente pues lo hace con creatividad e ingenio, pero la acepta y la integra, se acomoda sin problemas al discurrir editorial, en esta etapa se topa con Crisis Infinitas y no sólo lo asume sino que lo aprovecha de forma positiva y sobresaliente, y planifica editorialmente, reserva los momentos especiales para los nº especiales como demuestra el nº 50. Así, es una pena que las editoriales grandes no supiesen a acomodarse al único genio que han tenido.
Otra cosa especial que tienen es que son los únicos de Moore dentro de un universo de ficción cohesionado y determinado por la continuidad perteneciente a una editorial grande. Gracias a ellos podemos imaginarnos qué tal lo habría hecho el inglés si hubiera sido alguien más modesto y convencional. Es decir, cómo habría sido el trabajo de Moore si hubiera sido un guionista comprometido con el mainstream? Pues muy bueno, si se le hubiera dado libertad y confianza, pues aquí el inglés juega con la continuidad, legítimamente pues lo hace con creatividad e ingenio, pero la acepta y la integra, se acomoda sin problemas al discurrir editorial, en esta etapa se topa con Crisis Infinitas y no sólo lo asume sino que lo aprovecha de forma positiva y sobresaliente, y planifica editorialmente, reserva los momentos especiales para los nº especiales como demuestra el nº 50. Así, es una pena que las editoriales grandes no supiesen a acomodarse al único genio que han tenido.
La historia que abre la etapa (vol. 2 nº 20-24 EE.UU.) es fabulosa y por eso esta es irregular. Hacer una obra maestra al principio hace imposible ser regular en todo el recorrido. Esta historia, brillantemente narrada, destaca por ser rompedora. Cambia todo lo anterior sin anularlo o contradecirlo, lo que, visto lo visto, es lo más difícil puesto que ni en Marvel ni en DC consiguen hacerlo. La Cosa del Pantano cambia totalmente después de esta historia de una forma maravillosa pero también muy criticable. El problema de Moore es que es un tipo con mucha personalidad de tal modo que todo lo que toca se contamina de ella. Así, en este caso, pasamos de las historias de un Frankenstein moderno, un monstruo que sufre por su humanidad, a las de un avatar de la Naturaleza, una planta que se humaniza para interactuar con la humanidad. Por tanto, los lectores pueden decir con toda la razón del mundo que la Cosa del Pantano de Moore no es la de sus creadores/editorial. No obstante, el inglés, aunque siempre cambia radicalmente lo establecido, nunca deja de ser respetuoso así que la serie sigue siendo de Terror, aunque lógicamente este cambia totalmente. No puede ser el mismo de antes y precisamente por eso la serie se contamina de ecologismo, aunque Moore ni lo usa siempre ni pone el cómic al servicio de esa causa, de crítica política, siempre que puede mete un palo a Reagan por lo que la etapa es una seria fuente contemporánea que documenta las tonterías y errores de ese presidente estadounidense, y crítica social, que, de nuevo, ni es omnipresente ni somete a la narración. De esta forma La Cosa del Pantano deja de ser un eco del Terror de los 70 para ser más consciente, más comprometida y, sobre todo, más contemporánea ya que prácticamente todas las historias tocan un tema polémico de esos años (1984-1987). Los estereotipos y clichés se usan para denunciarlos o darles la vuelta y se pasa de la evasión al compromiso. Prueba de ello es el tratamiento de la JLA en esta historia. No se les retrata como superhéroes sino como seres lejanos y temibles por su poder y señala que siempre llegan cuando las crisis ya se han producido y los inocentes ya han sufrido. A esta historia le sigue una sobre los miedos infantiles (vol. 2 nº 25-27 EE.UU.), que a mi me parece aburrida, que quizás este ahí porque estos son el origen o la base del género de Terror. Luego vienen una serie de historias en las que Moore se dedica a integrar sus cambios en la serie y a encajar la continuidad con lo nuevo (vol. 2 nº 28-31 y anual 2 EE.UU.), cosa necesaria que se cuenta de forma interesante citando al mito de Orfeo, pero que está lejos de la brillantez del comienzo que empieza a estar lejos. Después viene el nº 32. Una grapa maravillosa, quizás la historia más cercana a un cuento infantil que ha escrito el inglés. Es una historia triste y trágica pues es crítica pero también tiene esperanza, o al menos nos deja decidir si el vaso está medio lleno o medio vacío, y un uso del lenguaje que sólo se ve en los audaces, ambiciosos y en los grandes lo que hace aún más rara avis a esta grapa pues el lenguaje del pop es siempre sencillo y claro, la comprensión lectora del cliente no es que no deba ser desafiada es que no se la debe exigir un esfuerzo. Sin embargo no es una idea 100% original porque es un brillante y tierno homenaje a la tira de prensa Pogo, todo un clásico en EE.UU. muy desconocido en España puesto que, si no me equivoco, sólo se ha editado algo della en la extinta y excelente El Globo. Así esta historia puede ser (no conozco toda la obra primigenia del inglés) el germen de La Liga Extraordinaria en cuanto que usa personajes de ficción populares fuera de su contexto. El siguiente nº es una sencilla historia de transición en la que Moore se limita a crear expectación y misterio, avanzando veladamente, lo que está por venir. Le sigue otra de las mejores grapas de la etapa. Una historia que trata el amor no convencional-heterosexual (lo que supone también, lógicamente, sexo no convencional-penetración vaginal), que es uno de los temas principales de la obra del inglés. Un nº brillante por su concepción y absolutamente rompedor pues el mainstream nunca trata el amor de forma realista y jamás habla de sexo. Por esa transgresión, a lo que hay que añadir que da una imagen positiva de las drogas (porque no todas son iguales, de ello habla más extensamente en el nº 43, otra grapa dedicada a las drogas), está realizado con mucha imaginación. Creo que un nº tan audaz, diferente y transgresor hoy es imposible en el mainstream, aunque algo tiene que ver el que este hoy se siente eximido de tener que ofrecer algo así ya que ahora hay editoriales que trabajan la parte adulta y alternativa del mainstream. Por tanto, a estas alturas estamos ya en una serie claramente contracultural en el seno de una editorial conservadora. No creo que se tratase de goles sino de que entonces había más libertad y respeto por lo cultural entre los editores, menos obligación de comercialidad y rentabilidad. Después de esto el nivel de la serie vuelve a bajar en una historia antinuclear (nº 35-36) seguramente porque a Moore se le va la mano con el ecologismo y la crítica política. Aunque si consideramos que se publicó justo un año antes de Chernobil quizás debamos concluir que el guionista acertó plenamente.
Esta historia es clave en la etapa pues divide, reiniciándola, la etapa de Moore. El prota muere para renacer, citando al mito de Dumuzi, en la siguiente historia, que es la que más ha influido en el personaje, ningún guionista posterior se ha atrevido a saltársela, y la más celebrada, a mi no me parece para tanto: la saga "American Gothic" (vol 2. nº 37-50 EE.UU.), que desarrolla aún más los cambios hechos en la serie por Moore al principio de su etapa. Es una historia clásica, unos brujos malos quieren destruir el orden actual, en donde el inglés vincula los monstruos clásicos del Terror con problemas de la sociedad estadounidense, los vampiros con la competencia entre culturas (europeos y otros, capitalistas y comunistas), los hombres lobo con el machismo, los zombis con el racismo, el hombre del saco con los psicópatas y los fantasmas con la violencia de la sociedad estadounidense, como antesala a un nudo y desenlace de proporciones cósmicas, por ello cita a los mitos, donde Moore se permite la soberbia de hacer que el Universo DC deje de ser maniqueo. Tras esto le sigue otra saga en donde el inglés desarrolla la relación de amor no convencional que había creado en la serie. A mi me parece mucho mejor que lo anterior ya que la subversión del orden conservador, la Cosa del Pantano crea un Edén en plena ciudad, hace que la historia sea algo más que la típica historia romántica donde la pareja de enamorados lucha contra las convenciones sociales. Es decir, es una historia menos clásica, más transgresora y con más mala leche y humor negro que la anterior.
Esta historia establece una nueva división en la etapa de nuevo con un reinicio, que esta vez no es reorentación sino la confesión de que Moore ya no le interesa la serie: el personaje muere, y está muerto durante 2 episodios, y resucita en el Espacio. Las premisas de la serie saltan por los aires, ya no estamos en el Terror sino en la Ciencia Ficción (si bien hay que tener en cuenta que esta serie nace de la síntesis de ambos géneros; recordemos que se considera que la Ciencia Ficción nace con Frankenstein o el moderno Prometeo de M. Shelley). Comienza el último tramo de la estancia del inglés con la grapa 56, "Mi cielo azul". Una grapa brillante sobre la soledad del náufrago, no se les olvide que blue en inglés significa tanto azul como tristeza, por su singularidad y la genialidad en él desplegada. Le sigue una aventura espacial con Adam Strange muy entretenida, no sé si porque a Moore se le da mejor la Ciencia Ficción o porque a mi este género me gusta más, luego un nº guionizado por S. Bisette (prueba irrefutable, si no consideramos como tal el que la Cosa del Pantano se vaya de la Tierra, de que el inglés quería marcharse de la serie), que está bastante bien y remite a los tiempos preMoore. Después otra de las grapas raras y excelentes de la etapa, la 60. Más que un cómic es un relato corto ilustrado de Ciencia Ficción sobre amor-sexo no convencional en donde Bisette y Moore se desatan. Acto seguido pasamos al retorno a la Tierra del avatar vegetal. Interrumpido por otro nº guionizado por R. Veitch, otro dibujante de la serie (y futuro sucesor de Moore; olé sus huevos), que relaciona a la Cosa del Pantano con la parte cósmica-kirbiana de DC y certifica que el inglés está deseando terminar. La cosa finaliza con el avatar vegetal ajustando cuentas, una serie de ajusticiamientos totalmente contradictorios con las ideas progresistas de la etapa, y decidiendo retirarse ejerciendo el derecho de todo héroe mítico a ir a los Campos Elíseos tras cumplir su cometido y aprender todo lo que hay que aprender para transcender. La etapa que ha cambiado el mainstream para siempre, aunque su influencia la va diluyendo el Tiempo, termina en el nº 64 de la serie con: laissez les bons temps rouler (dejar que los buenos tiempos rueden; el eslogan de Nueva Orleans, la capital del estado de Luisiana donde está el pantano que habita la Cosa del Pantano; supongo que el contraste con el eslogan del capitalismo desregulado, laissez faire, no pasó desapercibido a Moore). Por favor, para nosotros, para todos. Un final de cuento, fueron felices y comieron perdices, raro en el mainstream y en la obra del inglés, para una etapa mítica.
Leída en conjunto y teniendo en cuenta la obra de Moore creo que estamos ante una de sus obras más autobiográficas. No sólo es que es de los pocos comics suyos protagonizados por un personaje masculino, sino que no creo que sea rebuscado ver un paralelismo entre las aventuras de la Cosa del Pantano y esos años del inglés en DC. Este personaje en la etapa está siempre desarrollándose, aprendiendo cosas nuevas, y constantemente ajustándose a su entorno, lo mismo puede pensarse de un Moore especialito y británico desembarcando en DC y en EE.UU. y ultimando su aprendizaje como guionista a la vez que se aclimata a una gran empresa. Es pura hipótesis pero a mi me parece que hay un vínculo entre el constante progreso de la Cosa del Pantano y la progresiva ganancia de confianza y crédito del inglés en la editorial estadounidense.
Otro paralelismo que creo que conviene tener en mente es el de esta etapa con Watchmen. El último año del inglés en La Cosa del Pantano es el año en que se publicó esa maxiserie. Es imposible no ver la relación entre las numerosas viñetas en las que el avatar del Verde se autoconstruye con aquella en la que Osterman se autoconstruye como dr. Manhattan. No es sólo ese detalle pues ambos personajes son divinos, están obligados a relacionarse con los humanos y construyen cosas de la nada (cómo no ver la semejanza entre la escena en que la Cosa del Pantano se construye una morada en el pantano con la del dr. Manhattan construyéndose un palacio en Marte), pero sobre todo lo principal es que tienen una relación amorosa que es determinante para su proceder. Sin embargo no son personajes equivalentes sino las caras de la misma moneda. La Cosa del Pantano es alguien positivo y humano a pesar de todo, esto creo que es el fallo de Moore en esta obra: alguien que no es humano no debería ser tan humano máxime cuando eso no es lo que busca el Verde en su avatar, mientras que el dr. Manhattan es alguien sombrío e inhumano. Es curioso como en el mismo año el inglés, a quién siempre le ha preocupado la divinidad hasta el punto de que no se ha quedado a gusto hasta que ha encontrado la suya, crea 2 seres divinos opuestos que acaban llegando a la misma conclusión: tienen que apartarse de la humanidad y dejarla libre (justo la contraria a la que llega el aspirante a dios Ozimandias). Ambos se retiran, pero en una cole el final es agridulce (el final es una tragedia pero no falta la esperanza) y en la otra totalmente feliz. Lo cual hace pensar que Moore en aquella época no tenía el ánimo tan sombrío como parece si uno solo considera Watchmen. Las relaciones entre ambas obras no termina ahí pues la tolerancia y el amor son los temas principales de las susodichas de la misma manera que se pueden considerar como intervenciones del artista en la sociedad.
En La Cosa del Pantano acompañaron a Moore principalmente S. Bisette, quien se carga de casi todas las portadas, y R. Veitch. El 1º y su entintador, J. Totleben, hacen un trabajo que evoca al cómic de Terror de los 70, el lugar donde nació la Cosa del Pantano. No es un estilo notable pero encaja con el tono de Moore, tiene mucha personalidad y es el que mejor ha plasmado la exuberancia del pantano y el componente vegetal del cuerpo del avatar del Verde. Además, son los que mejor han representado a Batman pues le dan un aire fantasmágorico, etéreo, que transmite como nadie lo que Wayne quiere lograr con su alter ego. R. Veitch, en general entintado por A. Alcala, es muchísimo mejor narrador pero su estilo realista, acentuado por el entintamiento, es demasiado terrenal para las historias de Moore. Con él la serie gana en realismo pero pierde belleza, singularidad y barroquismo, cosas que una historia de Terror gráfica debe tener. La seriedad gris del realismo es para otras cosas así que es imposible no lamentar que Bisette y Totleben no pudiesen ocuparse de todos los nº.
Por último departamos sobre las ediciones. La mejor sería la de Zinco porque es la más fiel al original por el color y por ser en grapa y, además, por tener una traducción decente y porque el nº 30 y 31 EE.UU. tienen todas las páginas, no como las ediciones posteriores estadounidenses, por ende las españolas, que seguro que por temas de paginación se han cargado una de cada grapa, fíjense como las páginas de los episodios del tomo correspondiente no están numeradas a diferencia de todas las demás, pero es incompleta: 6 de los 9 1º nº no están publicados en color y liosa: 7 nº de esos no se publicaron en la cole de La Cosa del Pantano. Por eso no importa que hoy sea inencontrable en papel. La siguiente fue la de Norma que como es en B&N es mala. Planeta hizo 2 ediciones. Una se compone de bigrapas con lomo al principio y tomos al final, que es la que yo tengo, pero la traducción del 1º/3 es mala, le falta alguna portada y el color es más sencillo que en el original (además de que el papel no es el mismo y por eso el original es mate y el actual brillo). Así que tampoco. La siguiente, tomos de lujo, supongo que será igual de mala pues no creo que arreglasen la traducción. No pasa nada porque también son difíciles de encontrar. Así que la actual, la que está en todas las tiendas, la de ECC, es la mejor disponible. No la tengo, dejó el tener una edición mejor de La Cosa del Pantano a una hipotético futuro donde me sobre el dinero, así que no la conozco bien, pero un vistazo rápido me permite deciros que tiene una traducción nueva que es mejor que la de Planeta. Sin embargo, esta edición no pasa de regulera porque la traducción sigue sin ser buena, el color nuevo sigue siendo una versión pobre del original, esto ya no hay quien lo arregle, le siguen faltando las páginas mencionadas y mete mano a la rotulación original a pesar de que esta es parte del dibujo.
Otro paralelismo que creo que conviene tener en mente es el de esta etapa con Watchmen. El último año del inglés en La Cosa del Pantano es el año en que se publicó esa maxiserie. Es imposible no ver la relación entre las numerosas viñetas en las que el avatar del Verde se autoconstruye con aquella en la que Osterman se autoconstruye como dr. Manhattan. No es sólo ese detalle pues ambos personajes son divinos, están obligados a relacionarse con los humanos y construyen cosas de la nada (cómo no ver la semejanza entre la escena en que la Cosa del Pantano se construye una morada en el pantano con la del dr. Manhattan construyéndose un palacio en Marte), pero sobre todo lo principal es que tienen una relación amorosa que es determinante para su proceder. Sin embargo no son personajes equivalentes sino las caras de la misma moneda. La Cosa del Pantano es alguien positivo y humano a pesar de todo, esto creo que es el fallo de Moore en esta obra: alguien que no es humano no debería ser tan humano máxime cuando eso no es lo que busca el Verde en su avatar, mientras que el dr. Manhattan es alguien sombrío e inhumano. Es curioso como en el mismo año el inglés, a quién siempre le ha preocupado la divinidad hasta el punto de que no se ha quedado a gusto hasta que ha encontrado la suya, crea 2 seres divinos opuestos que acaban llegando a la misma conclusión: tienen que apartarse de la humanidad y dejarla libre (justo la contraria a la que llega el aspirante a dios Ozimandias). Ambos se retiran, pero en una cole el final es agridulce (el final es una tragedia pero no falta la esperanza) y en la otra totalmente feliz. Lo cual hace pensar que Moore en aquella época no tenía el ánimo tan sombrío como parece si uno solo considera Watchmen. Las relaciones entre ambas obras no termina ahí pues la tolerancia y el amor son los temas principales de las susodichas de la misma manera que se pueden considerar como intervenciones del artista en la sociedad.
En La Cosa del Pantano acompañaron a Moore principalmente S. Bisette, quien se carga de casi todas las portadas, y R. Veitch. El 1º y su entintador, J. Totleben, hacen un trabajo que evoca al cómic de Terror de los 70, el lugar donde nació la Cosa del Pantano. No es un estilo notable pero encaja con el tono de Moore, tiene mucha personalidad y es el que mejor ha plasmado la exuberancia del pantano y el componente vegetal del cuerpo del avatar del Verde. Además, son los que mejor han representado a Batman pues le dan un aire fantasmágorico, etéreo, que transmite como nadie lo que Wayne quiere lograr con su alter ego. R. Veitch, en general entintado por A. Alcala, es muchísimo mejor narrador pero su estilo realista, acentuado por el entintamiento, es demasiado terrenal para las historias de Moore. Con él la serie gana en realismo pero pierde belleza, singularidad y barroquismo, cosas que una historia de Terror gráfica debe tener. La seriedad gris del realismo es para otras cosas así que es imposible no lamentar que Bisette y Totleben no pudiesen ocuparse de todos los nº.
Por último departamos sobre las ediciones. La mejor sería la de Zinco porque es la más fiel al original por el color y por ser en grapa y, además, por tener una traducción decente y porque el nº 30 y 31 EE.UU. tienen todas las páginas, no como las ediciones posteriores estadounidenses, por ende las españolas, que seguro que por temas de paginación se han cargado una de cada grapa, fíjense como las páginas de los episodios del tomo correspondiente no están numeradas a diferencia de todas las demás, pero es incompleta: 6 de los 9 1º nº no están publicados en color y liosa: 7 nº de esos no se publicaron en la cole de La Cosa del Pantano. Por eso no importa que hoy sea inencontrable en papel. La siguiente fue la de Norma que como es en B&N es mala. Planeta hizo 2 ediciones. Una se compone de bigrapas con lomo al principio y tomos al final, que es la que yo tengo, pero la traducción del 1º/3 es mala, le falta alguna portada y el color es más sencillo que en el original (además de que el papel no es el mismo y por eso el original es mate y el actual brillo). Así que tampoco. La siguiente, tomos de lujo, supongo que será igual de mala pues no creo que arreglasen la traducción. No pasa nada porque también son difíciles de encontrar. Así que la actual, la que está en todas las tiendas, la de ECC, es la mejor disponible. No la tengo, dejó el tener una edición mejor de La Cosa del Pantano a una hipotético futuro donde me sobre el dinero, así que no la conozco bien, pero un vistazo rápido me permite deciros que tiene una traducción nueva que es mejor que la de Planeta. Sin embargo, esta edición no pasa de regulera porque la traducción sigue sin ser buena, el color nuevo sigue siendo una versión pobre del original, esto ya no hay quien lo arregle, le siguen faltando las páginas mencionadas y mete mano a la rotulación original a pesar de que esta es parte del dibujo.
Comentarios
No sabía lo de los nº 25-27 aunque sí que, como siempre, estaba abierto a sugerencias.
Lo de cara nuclear me parece pesado y la american gothic sigo sin verla muy grande. No veo lo que la hace ser tan apreciada. Eso de alterar la conciencia de los seres humanos es lo que persigue Moore con sus historias desde siempre. El producir un cambio que nos haga más hippies, más tolerantes y amorosos, es su motivación como autor. No pasa nada con la irregularidad, son 45 nº, lo recalco más que nada porque es algo que no se dice.
Lo de las páginas (12 y 9) no es nada grave porque no son claves. Yo creo que DC vio un problema en que saliesen en ella personajes preCrisis, el Monitor y una tal Harbinger.