Un año después sale la segunda entrega de esta serie construida a base de relatos breves autoconclusivos pero conectados en los que Gilgamesh vuelve a revivir toda su vida inmortal. En la anterior, y primera entrega, vimos como el protagonista volvía al mundo de los mortales justo al comienzo de la Historia y llegaba a los años 40 del siglo XX, en este lo vemos llegar hasta el 2000. Naturalmente los últimos años son ficción pues la obra se publicó a principios de los 80.
Como ya dijimos esto, su ochenterismo, es lo que define a Gilgamesh el inmortal. Es evidente en su aspecto pero mucho más en el guión. Este aún tiene el poso de ese recalentamiento de la Guerra Fría de finales de los 70 por culpa de una URSS desnortada. Los soviéticos decidieron invadir Afganistán y Brezhnev se moría, eso generó tanta incertidumbre que un actor corto de inteligencia acabó siendo presidente de EE.UU. y durante unos pocos años la ficción resucitó el discurso deprimido y autodespreciativo del anterior calentamiento, el de los 60. Por tanto no es casual que, ante la sensación de estar al borde del fin de la Historia, Wood hiciese una revisión de la misma.
Una recapitulación que tiene mucho de análisis y juicio a la humanidad y un contexto que explica porque este es negativo. En épocas tenebrosas sólo se ve lo malo y se suele buscar responsabilidades personales olvidando que el humano es un ser social y, por ello, su vida es el resultado de la interacción con el contexto en el que vive. Así, aunque la historia de Gilgamesh sigue siendo interesante, cansa un poco ese discurso que carga las tintas en la agresividad y el egoísmo humanos. No obstante, esa sensación de estar cerca del Apocalipsis confiere singularidad y verismo al momento en el que los guiones de Wood superan la Historia. Lo cual viene muy bien al cómic pues las historias cortas con las que comienza son bastante flojas.
Sobre el futuro imaginado por Wood no se puede decir nada para no reventar el cómic pero baste decir que es una pirueta sorprendente y original que rompe con todo lo anterior y deja todo abierto para continuar.
Dibuja todo esto un manierista Olivera mucho más ilustrativo que narrativo. El resultado es una cómic atractivo y diferente pero que cansa en seguida por su barroquismo y continuos cambios de registro. Un formato más grande le vendría mejor porque el dibujo no resultaría tan opresivo. Aunque de todas formas su manierismo seguiría sin encajar con una historia muy clásica y de género.
Concluyendo... Este tomo es peor que el anterior pero se salva del desastre porque es un avance de la serie, Wood se podía limitar a cotar aventuras del protagonista a lo largo de la Historia. Como deja las cosas interesantes y una promesa de cambio de registro, el asunto pica lo suficiente como para querer continuar seguiéndolo.
Sobre el futuro imaginado por Wood no se puede decir nada para no reventar el cómic pero baste decir que es una pirueta sorprendente y original que rompe con todo lo anterior y deja todo abierto para continuar.
Dibuja todo esto un manierista Olivera mucho más ilustrativo que narrativo. El resultado es una cómic atractivo y diferente pero que cansa en seguida por su barroquismo y continuos cambios de registro. Un formato más grande le vendría mejor porque el dibujo no resultaría tan opresivo. Aunque de todas formas su manierismo seguiría sin encajar con una historia muy clásica y de género.
Concluyendo... Este tomo es peor que el anterior pero se salva del desastre porque es un avance de la serie, Wood se podía limitar a cotar aventuras del protagonista a lo largo de la Historia. Como deja las cosas interesantes y una promesa de cambio de registro, el asunto pica lo suficiente como para querer continuar seguiéndolo.
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