Esta serie es otro producto más de los malabarismos que hace Marvel para no seguir perdiendo ventas. La editorial, sabedora de que una numeración alta ya no atrae a nadie, que una renumeración es abrir una puerta de salida y que ahora sólo venden sus pjs señeros, decidió que lo mejor para tener suficientes coles en el mercado era aprovechar la relativa popularidad de Thor para doblar su cole. Así, tras Asedio se hizo una nueva remuneración para Thor, bastante lógica pues Fraction pasa de casi toda la continuidad, y se dejaba la actual para Loki (cole que ha caducado pronto, como todos sabíamos, de modo que se transformará en la de Sif, lo que encuentro prometedor aunque creo que será fugaz porque es un pj igual de difícil que Loki pero femenino y menos popular), cambiando su título por el primigenio título que albergó al tronante marvelita, Journy into Mistery. Pero como aquí esa cabecera no tiene tradición y Panini es conservadora la serie se ha llamado igual que la serie regular de Thor en grapa, El poderoso Thor, y si pica alguien que se joda.
Sin embargo, hay que reconocer que Marvel, a pesar de que se ha convertido en una fría y calculadora empresa, aún tiene en su fondo algo de artista. Así, sabedora de que la nueva cole no la iba a comprar ni el tato, por el protagonista, por el poco nombre del elenco autoral y porque es secundaria, decidió "arriesgar" dando libertad a sus autores. No se perdía nada pero se podía ganar algo. La jugada le salió bien porque el resultado ha sido una serie original y notable que los marvelitas con complejo de inferioridad comparan con Sandman. Este símil revela que hay mucha gente que debería leer más (y no solo cómics populares), pero no es del todo desacertado porque la serie de Loki, la serie de Gillen, es más fantástica que superheroica y más europea (sofisticada) que estadounidense (vulgar).
Gillen es un buen guionista. Lo curioso es que eso se empieza a reconocer ahora cuando ya se vio hace un par de años que es mejor que los "arquitectos" de Marvel. Lo que hizo en Thor fue mejor que lo que hizo Fraction, pero como Marvel no quiso leer las señales se la dio al segundo para tener que pasársela a los dos años a Aaron. Marvel sigue sin leer las señales, pero al menos se ha dado cuenta de que Fraction es un hype, alguna buena idea (como Loki niño) pero todo lo demás flojo, un Bendis. Bueno, basta de prólogos. Gillen demostró que era un buen guionista para los asgardianos marvelitas y aquí lo ha corroborado haciendo la mejor cole marvelita del momento con un trabajo que se sale del scope marvelita, superheroico y mainstream en todos los sentidos. El motivo, al margen de su talento, cultura y ambición, es que ha escrito a partir de la serie y no de su ego, como hace ahora gente tan perniciosamente aplaudida como Millar. Así, se dio cuenta de que la serie tenía que ser fantástica porque es sobre un Loki preadolescente en Asgard. Esto le llevó a los mitos, leyendas y cuentos y estos, además de a un estilo literario con aire poético y pedante (peor que el de Gaiman) para recordar el lenguaje escrito de antaño, el de los tiempos anteriores a la imagen en movimiento, a entender al protagonista. De este modo por fin Loki tiene quien le escriba. Este pj es el trickster, el intrigante, el melifluo, el maquivélico, el outsider, el caos, del panteón germánico y uno de los villanos más poderosos de Marvel, pero jamás un guionista ha conseguido plasmarlo (algo se acercaron Simonson y Straczynski). Nunca en los cómics ha sido retorcido, complotador e ingenioso. Siempre ha sido un villano bastante burdo y directo porque un supervillano tiene algo de histrión, no puede estar en las sombras haciendo el Mal sino en un escenario masturbando su ego, como Millar. Pero ahora por fin podemos ver a un Loki realmente astuto, alguien que, como escribió F. Herbert, hace fintas dentro de fintas y susurra algunas cosas en algunos oídos. Nunca jamás Loki ha maniobrado, engañado, usado y enredado tanto como lo hace en estos números. Por eso el secundario de este tomo es Mefisto. Otra cosa distintiva de este Loki es su toque posmoderno, es decir, no es un pj negativo sino trágico (otra razón para alejarse de Bendis para acercarse a Shakespeare) pues intenta hacer el Bien aunque sabemos, él el primero, que nunca lo hará pues no puede dejar de ser el dios del Engaño, un supervillano. Esto es lo que hace que este tomo sea notable junto con la buena utilización del escenario asgardianomarvelita. A diferencia de Fraction, Gillen se ha dado cuenta de que Asgard tiene muchos recursos que pueden enriquecer las historias ya que, gracias al tiempo, Marvel tiene un elenco de secundarios muy carismáticos que, bien usados, realzan los relatos. Así, con estas dos cosas, el guionista ha hecho que, a pesar de contener una historia larga, este tomo sea notable, fluido y dinámico y ha demostrado que en manos más capaces Miedo Encarnado hubiera sido buena (Panini debía haber editado este tomo algún mes antes porque todo él transcurre durante ese evento).
Acompañan a Gillen D. Braithwaite y R. Elson. El primero es un dibujante competente y demasiado académico al que no le favorece la falta de entintamiento. Su trabajo no es atractivo porque es soso y aburrido de tan correcto y gris que es y su narración no anima la cosa. Su trabajo es demasiado serio e impersonal para esta historia, si bien es el que mejor dibuja a Loki niño. El segundo es un dibujante flojo e industrial. Se apaña pero es una cosa pobre y tosca porque el mainsteam no es lo suyo. También aparece por aquí W. Portaccio con su estilo hosco pero expresivo. Por tanto, este tomo gráficamente deja que desear porque ninguno de los dibujantes encaja con la serie y son demasiado dispares entre sí.
El tomo lo cierra una grapa a cargo de Rodi, un precursor del Loki trágico, y Ferry, un dibujante muy adecuado para esta cole. Una historia sencilla hecha para cumplir pero que da el tono de la serie.
En fin, este tomo de Loki es una lectura agradable y original que brilla por su ingenio, sofisticación y por su acertado uso del transfondo asgardianomarvelita a pesar de que su mediocre dibujo la grisea. Por ello da pena que la serie se acabe pronto porque Loki debe ser tan mayor como el de las pelis. Aunque hay que reconocer que la premisa de la serie es demasiado difícil como para poder mantenerse mucho tiempo. Por tanto, otro acercamiento de Gillen al Thor marvelita muy destacado que hace aún más clamorosa la ceguera de Marvel. En este tomo el guionista ha demostrado, además de que es bueno, que es capaz tanto de manejar el trasfondo de la serie (los dioses, los lugares, los villanos) como de sacarle partido, así que grita estentóreamente que le den la serie. Cosas tan buenas como el número de la familia de Volstagg, homenaje a uno de los números legendarios de Simonson (el abuelo de este tomo porque fue el primero en ennoblecer a Loki), certifican que Marvel no tiene nadie mejor que Gillen para el puesto de guionista de la serie de Thor. Por qué tenemos que esperar más para verlo guionizándola?
Sin embargo, hay que reconocer que Marvel, a pesar de que se ha convertido en una fría y calculadora empresa, aún tiene en su fondo algo de artista. Así, sabedora de que la nueva cole no la iba a comprar ni el tato, por el protagonista, por el poco nombre del elenco autoral y porque es secundaria, decidió "arriesgar" dando libertad a sus autores. No se perdía nada pero se podía ganar algo. La jugada le salió bien porque el resultado ha sido una serie original y notable que los marvelitas con complejo de inferioridad comparan con Sandman. Este símil revela que hay mucha gente que debería leer más (y no solo cómics populares), pero no es del todo desacertado porque la serie de Loki, la serie de Gillen, es más fantástica que superheroica y más europea (sofisticada) que estadounidense (vulgar).
Gillen es un buen guionista. Lo curioso es que eso se empieza a reconocer ahora cuando ya se vio hace un par de años que es mejor que los "arquitectos" de Marvel. Lo que hizo en Thor fue mejor que lo que hizo Fraction, pero como Marvel no quiso leer las señales se la dio al segundo para tener que pasársela a los dos años a Aaron. Marvel sigue sin leer las señales, pero al menos se ha dado cuenta de que Fraction es un hype, alguna buena idea (como Loki niño) pero todo lo demás flojo, un Bendis. Bueno, basta de prólogos. Gillen demostró que era un buen guionista para los asgardianos marvelitas y aquí lo ha corroborado haciendo la mejor cole marvelita del momento con un trabajo que se sale del scope marvelita, superheroico y mainstream en todos los sentidos. El motivo, al margen de su talento, cultura y ambición, es que ha escrito a partir de la serie y no de su ego, como hace ahora gente tan perniciosamente aplaudida como Millar. Así, se dio cuenta de que la serie tenía que ser fantástica porque es sobre un Loki preadolescente en Asgard. Esto le llevó a los mitos, leyendas y cuentos y estos, además de a un estilo literario con aire poético y pedante (peor que el de Gaiman) para recordar el lenguaje escrito de antaño, el de los tiempos anteriores a la imagen en movimiento, a entender al protagonista. De este modo por fin Loki tiene quien le escriba. Este pj es el trickster, el intrigante, el melifluo, el maquivélico, el outsider, el caos, del panteón germánico y uno de los villanos más poderosos de Marvel, pero jamás un guionista ha conseguido plasmarlo (algo se acercaron Simonson y Straczynski). Nunca en los cómics ha sido retorcido, complotador e ingenioso. Siempre ha sido un villano bastante burdo y directo porque un supervillano tiene algo de histrión, no puede estar en las sombras haciendo el Mal sino en un escenario masturbando su ego, como Millar. Pero ahora por fin podemos ver a un Loki realmente astuto, alguien que, como escribió F. Herbert, hace fintas dentro de fintas y susurra algunas cosas en algunos oídos. Nunca jamás Loki ha maniobrado, engañado, usado y enredado tanto como lo hace en estos números. Por eso el secundario de este tomo es Mefisto. Otra cosa distintiva de este Loki es su toque posmoderno, es decir, no es un pj negativo sino trágico (otra razón para alejarse de Bendis para acercarse a Shakespeare) pues intenta hacer el Bien aunque sabemos, él el primero, que nunca lo hará pues no puede dejar de ser el dios del Engaño, un supervillano. Esto es lo que hace que este tomo sea notable junto con la buena utilización del escenario asgardianomarvelita. A diferencia de Fraction, Gillen se ha dado cuenta de que Asgard tiene muchos recursos que pueden enriquecer las historias ya que, gracias al tiempo, Marvel tiene un elenco de secundarios muy carismáticos que, bien usados, realzan los relatos. Así, con estas dos cosas, el guionista ha hecho que, a pesar de contener una historia larga, este tomo sea notable, fluido y dinámico y ha demostrado que en manos más capaces Miedo Encarnado hubiera sido buena (Panini debía haber editado este tomo algún mes antes porque todo él transcurre durante ese evento).
Acompañan a Gillen D. Braithwaite y R. Elson. El primero es un dibujante competente y demasiado académico al que no le favorece la falta de entintamiento. Su trabajo no es atractivo porque es soso y aburrido de tan correcto y gris que es y su narración no anima la cosa. Su trabajo es demasiado serio e impersonal para esta historia, si bien es el que mejor dibuja a Loki niño. El segundo es un dibujante flojo e industrial. Se apaña pero es una cosa pobre y tosca porque el mainsteam no es lo suyo. También aparece por aquí W. Portaccio con su estilo hosco pero expresivo. Por tanto, este tomo gráficamente deja que desear porque ninguno de los dibujantes encaja con la serie y son demasiado dispares entre sí.
El tomo lo cierra una grapa a cargo de Rodi, un precursor del Loki trágico, y Ferry, un dibujante muy adecuado para esta cole. Una historia sencilla hecha para cumplir pero que da el tono de la serie.
En fin, este tomo de Loki es una lectura agradable y original que brilla por su ingenio, sofisticación y por su acertado uso del transfondo asgardianomarvelita a pesar de que su mediocre dibujo la grisea. Por ello da pena que la serie se acabe pronto porque Loki debe ser tan mayor como el de las pelis. Aunque hay que reconocer que la premisa de la serie es demasiado difícil como para poder mantenerse mucho tiempo. Por tanto, otro acercamiento de Gillen al Thor marvelita muy destacado que hace aún más clamorosa la ceguera de Marvel. En este tomo el guionista ha demostrado, además de que es bueno, que es capaz tanto de manejar el trasfondo de la serie (los dioses, los lugares, los villanos) como de sacarle partido, así que grita estentóreamente que le den la serie. Cosas tan buenas como el número de la familia de Volstagg, homenaje a uno de los números legendarios de Simonson (el abuelo de este tomo porque fue el primero en ennoblecer a Loki), certifican que Marvel no tiene nadie mejor que Gillen para el puesto de guionista de la serie de Thor. Por qué tenemos que esperar más para verlo guionizándola?
Comentarios
Ya veremos si le doy una oportunidad a este tomo.