Secret Wars me gusta y eso que llegué tarde. Yo me la leí por 1ª vez ya mayor porque a pesar de que coleccionaba Thor se me pasó. No me ha parecido infantil y tampoco mala aunque es irregular y va de más a menos. Creo que a SW le pasa lo que a La Broma Asesina, su disfrute depende del cómo y el cuándo se llegue a ella. Ambas obras son atemporales de tal modo que si uno llega a ellas con una idea muy precisa y estrecha de sus personajes, o le decepcionan o las encuentra malas porque los personajes son sublimaciones, sintetizaciones o estereotipos de sí mismos. Son como ideas platónicas, son ellos pero están fuera de Continuidad (de hecho antes de SW por ejemplo Doom no tiene cuerpo, Kang está muerto y Ultrón destruido). Por tanto, si uno se enganchó a Marvel después de los 80 es difícil que SW le atraiga porque a hacer una lectura atemporal no es fácil.
Vista con perspectiva esta maxiserie es una ocasión perdida. Podía haberse hecho mejor. Coger un buen dibujante y darle tiempo suficiente, y no escribirlo a vuela pluma (hay partes confusas, cuál es el plan de Magneto en el nº 2??, y elementos que se abandonan o no se desarrollan hasta su final) y haberse documentado un poquito más (Xavier aparece en el 1º nº en silla pero desde el 2º de pie ya que hacía meses que la había dejado). Así, el primer evento se deshincha porque no está bien cosido. Son las limitaciones de Shooter. Es un tipo listo, ambicioso y talentoso que sabe que los Superhéroes realmente van de qué hacer con el poder, y es un autor: los antagonistas de sus relatos suelen ser omnipotentes, muy humanos y poco villanescos, Korvac, Hombre Molécula, Dragón Lunar y aquí al final Doom, de tal modo que los superhéroes quedan en sus historias como bastante inútiles, por ejemplo aquí el latveriano es derrotado por el llamado Todopoderoso (hubiera sido mejor ultrapoderoso), pues generalmente el antagonista cae por sus flaquezas y también en entredicho pues al no ser sus antagonistas enteramente malos, su actuación no es satisfactoria del todo. Desta forma los conflictos de Shooter no son entre el Bien y el Mal sino entre escalas de poder y actitudes ante el poder. La única variación que ha producido el tiempo desde quempezaran Lee&Kirby es que en SW los superhéroes son un espectáculo en vez de unos héroes. Así, este cómic no tiene argumento pues es una especie de carrera de gladiadores (tendrá algo que ver el paso de los deportistas a estrellas y del deporte a entretenimiento? Es que esto mevoca a la majestuosa Rollerball). Los protagonistas y antagonistas luchan entre sí por un premio personal que es su mayor deseo. Pero esas virtudes de Shooter tropiezan en la mala formación que tiene como guionista . Esto, no el ser una maniobra comercial para vender juguetes, es el problema de SW pues para ser una obra infantil es bastante psicológica y oscura. La escena de Doom analizado por Todopoderoso sólo es visible porque M. Zeck dibuja SW de forma muy aséptica. Conceptualmente es muy macabra: el latveriano desmembrado y despellejado, (lo que demuestra que la censura sólo es capaz de capar el como o la forma de modo que es inútil cuando no hay barrera idiomática o tecnológica). Así que está claro que la juguetera se limitó a hacer un encargo y seguro que sus mandamases ni se miraron el nº 1. Además el rollo de las bases y los vehículos resulta tan raro que contribuye a que la historia parezca extraña e insólita. En definitiva, SW no es el típico cómic de superhéroes aunque continuamente se den de tortas superhéroes y supervillanos. Así, la gran aportación de Shooter a los Superhéroes fue enterrar definitivamente el aire de cuento tradicional (buenos muy buenos infalibles y malos muy malos torpes) sin ser personal y sin salirse por la tangente a diferencia de otros coetáneos suyos como Starlin, para mi deste es de donde bebe Shooter cuando se pone cósmico, o Miller. Es innegable la habilidad del guionista para estirar la cosa 12 grapas, pero también que falló en estructurar la maxiserie de modo questa carece de hilo conductor y/o de temas centrales bien expuestos a pesar de que sigue un plan, los personajes no están elegidos al azar, ni siquiera los que están de más, lo revela que todos son necesarios para que el final pueda ocurrir. No obstante hay que admitir que esto hace a SW sorprendente y emocionante ya que esas cosas hacen que sea imposible preveer algo.
El gran valor de SW es que es un cómic sobre personas, pero no como se suele entender esto. No es una celebración de la mediocridad y no trata los problemas cotidianos como si fuesen tragedias épicas. SW no es un (tele)film de sobremesa. Como no hay argumento casi todos los personajes se convierten en protagonistas warholianos de tal forma que el evento son varias historias paralelas que se entrecruzan de vez cuando y normalmente violentamente. Preludia la literatura dentretenimiento actual que usa ese truco para sacar libracos/biblias infumables para cualquier persona educada y sensata. Así, al igual que como acabo de mencionar hay personajes que son meros figurantes, en general los supervillanos, lo que consigue Shooter, para mi sin saberlo, es romper el maniqueísmo y presentar una historia democrática en el sentido de que como no hay una opinión común hay que generarla dalgún modo. En el bando de los supervillanos esto, evidentemente, se consigue mediante la tiranía del más fuerte (aquí más bien del más ambicioso, orgulloso, despiadado, tenaz, pragmático e inteligente), pero en el de los superhéroes la cosa lleva a la desunión, por un lado los "humanos" (y porque está el Capi, que se aprovecha de la babosa idolatría que le profesan los integrados), por otro los mutis y por el último Magneto como representante de la figura recién estrenada de supervillano en los medios pero superhéroe en los fines, que termina en una unión a lo estadounidense, es decir, en un agregado o conglomerado y no en una auténtica integración. En esto tiene su influencia no sólo que los superhéroes respetan la libertad y que el premio del Todopoderoso es antiheroico, sino también que estos no saben a qué atenerse porque los supervillanos/Doom no muestran sus cartas nunca. Ni Richards, el gemelo bueno del latveriano, es capaz de verlo venir. Así, la ausencia de progreso de la historia pasa desapercibida por las discusiones, los cambios de opinión, las divisiones de los protas y la tensión que ello produce en ellos (uno de los mejores momentos de la maxiserie es cuando el Capi se gana los odios de todos sus aliados por jugar a líder y anteponer la meta, que ningún supervillano gane, a la vida dellos). Entonces llegamos al final. Ahí Shooter nos revela que el protagonista de la historia es Doom, sin duda tenía en mente los legendarios nº 57 a 59 de los 4F, seguramente aquí es cuando mejor se le ha escrito, no es el bobo villano de opereta de Byrne, y también que la historia va de libertad (en realidad ascendiente) o tiranía como era lo normal en los 60. A diferencia de la errónea, conservadora y mediocre SW de Hickman donde la pelea decisiva es entre Richards y un Doom increíblemente romántico (o sea, fuera del personaje), aquí lo es entre el Capi y Doom (genial la idea de acompañarlo con el loco ya que míticamente ambos, el rey y el bufón, son los lados de una misma moneda). Entre el prudente y el ambicioso, entre el humano que no cree que uno de los suyos pueda llegar a ser un dios y su congénere que cree que un hombre puede llegar a ser un dios, conflicto que viene de la idea republicana (desarrollada siempre tras un período despótico: la ateniense tras la opresión de la tiranía de los hijos de Pisístrato, totalmente opuesta a la de su padre vivida por muchos de los primigenios demócratas, y la estadounidense tras la explotación de Jorge III para pagarse sus guerras europeas) de que el poder vuelve loco a su poseedor, y por ello cuando menos poderoso sea un humano; mejor (si no de qué el Capi iba ser poco poderoso siendo el superhéroe "americano", es decir, el de un estado que se pirra por lo enorme, lo fuerte y lo victorioso?). En Marvel una apoteosis no puede cambiar eso debido a que allí la ven como una especie denergización y por ello incapaz de transformar la esencia de su poseedor (quizás sea porque la religión impide creer que un humano pueda llegar a ser un dios, es decir, tener la mente de uno).
Esto y el tiempo pasado desde que SW se publicó por 1ª vez (hace casi 35 años!) da pie a una reflexión que ya insinué al principio. Esta obra es atemporal porque precisaba serlo y por eso pone de relieve la tensión introducida por Lee&Kirby en el género entre petrificación y cambio. Que los personajes tengan una configuración determinada y definitiva facilita los relevos de autores, las desconexiones intermitentes de los lectores y el que haya eventos. Imprescindibles en el siglo XXI para que la vieja máquina siga en marcha. Si los personajes cambian, fluyen, entonces un guionista no puede tratarlos bien si no está documentado y eso con más de 50 años de funcionamiento es impensable porque necesita mucho tiempo y lo que hoy en día una empresa no quiere: personal. El que los personajes se conviertan en una especie de estatuas clásicas, definidas, realistas e inmutables, facilita que haya Secret Wars y La broma asesina. También es algo propio del héroe, este es sinónimo de sólido y rígido, y de lo clásico, si todavía usamos a los héroes griegos es porque sus características esenciales se convirtieron en inmutables. De momento nadie ha hecho a Hércules negro o mujer o que en vez de ser superfuerte excrete tela de araña. El problema que nosotros tenemos que nos diferencia de los antiguos griegos es que desde que hace casi 200 años la sociedad no deja de fluir con rapidez. No está resuelto porque hasta ahora era inédito. El cambio es necesario para quel héroe individual pueda ser consumido mensualmente a lo largo de años (los antiguos griegos no consumían su mitología así), pero el universo/editorial necesita la inmutabilidad, arquetipizar a sus personajes para que sean manejables por cualquiera y reconocibles por todos. No hay solución, aunque un compromiso siempre es posible, porque es cuestión de preferencia: 1º el individuo o el grupo/organización. Independientemente de lo que se prefiera, una de las gracias de los cómics de superhéroes atemporales es la rigidez de sus personajes, que se traduce en un hablar formular y en un comportamiento repetitivo, que los asemeja a dramas rituales donde el acartonamiento es un valor pues es lo que evoca una época mítica y unos seres épicos y hace tragable que el final sea siempre el mismo (de ahí que el tema de La broma asesina sea el círculo). El problema es que para hacerlo bien hay que saber de mitología y eso es raro en los guionistas superheroicos y por ello muchos destos cómics son ilegibles porque los arquetipos, las fórmulas y las ceremonias, necesarios porque sin ellos un género no puede existir, son estereotipos, convenciones y clichés. Lo que los distingue es que los primeros tienen alma y los últimos son artificios, unos son poesía y los otros industria. Y aunque Shooter es antipoético es innegable que tiene un fondo poético como prueban los episodios psicodélicos que se dan aquí y también antes, en sus historias de Korvac y el Hombre Molécula.
Esto y el tiempo pasado desde que SW se publicó por 1ª vez (hace casi 35 años!) da pie a una reflexión que ya insinué al principio. Esta obra es atemporal porque precisaba serlo y por eso pone de relieve la tensión introducida por Lee&Kirby en el género entre petrificación y cambio. Que los personajes tengan una configuración determinada y definitiva facilita los relevos de autores, las desconexiones intermitentes de los lectores y el que haya eventos. Imprescindibles en el siglo XXI para que la vieja máquina siga en marcha. Si los personajes cambian, fluyen, entonces un guionista no puede tratarlos bien si no está documentado y eso con más de 50 años de funcionamiento es impensable porque necesita mucho tiempo y lo que hoy en día una empresa no quiere: personal. El que los personajes se conviertan en una especie de estatuas clásicas, definidas, realistas e inmutables, facilita que haya Secret Wars y La broma asesina. También es algo propio del héroe, este es sinónimo de sólido y rígido, y de lo clásico, si todavía usamos a los héroes griegos es porque sus características esenciales se convirtieron en inmutables. De momento nadie ha hecho a Hércules negro o mujer o que en vez de ser superfuerte excrete tela de araña. El problema que nosotros tenemos que nos diferencia de los antiguos griegos es que desde que hace casi 200 años la sociedad no deja de fluir con rapidez. No está resuelto porque hasta ahora era inédito. El cambio es necesario para quel héroe individual pueda ser consumido mensualmente a lo largo de años (los antiguos griegos no consumían su mitología así), pero el universo/editorial necesita la inmutabilidad, arquetipizar a sus personajes para que sean manejables por cualquiera y reconocibles por todos. No hay solución, aunque un compromiso siempre es posible, porque es cuestión de preferencia: 1º el individuo o el grupo/organización. Independientemente de lo que se prefiera, una de las gracias de los cómics de superhéroes atemporales es la rigidez de sus personajes, que se traduce en un hablar formular y en un comportamiento repetitivo, que los asemeja a dramas rituales donde el acartonamiento es un valor pues es lo que evoca una época mítica y unos seres épicos y hace tragable que el final sea siempre el mismo (de ahí que el tema de La broma asesina sea el círculo). El problema es que para hacerlo bien hay que saber de mitología y eso es raro en los guionistas superheroicos y por ello muchos destos cómics son ilegibles porque los arquetipos, las fórmulas y las ceremonias, necesarios porque sin ellos un género no puede existir, son estereotipos, convenciones y clichés. Lo que los distingue es que los primeros tienen alma y los últimos son artificios, unos son poesía y los otros industria. Y aunque Shooter es antipoético es innegable que tiene un fondo poético como prueban los episodios psicodélicos que se dan aquí y también antes, en sus historias de Korvac y el Hombre Molécula.
Comentarios
Estoy de acuerdo, es un gran cómic clásico de Supers. Hay varios factores que le perjudican: el poco tiempo que se le dió a Shooter y su pobrísimo sustituto Layton, los fallitos de continuidad (y a veces de caracterización) que señalas, algunos momentos de infantilismo bochornoso (la Avispa, el palmas palmitas between Ben Grimm y Lagarto) pero bueno, su vocación todavía era ser un comic para preadolescentes. Bueno, y evidentemente, la competencia con su coetanea Crisis, que posiblemente sea el mejor comic de superhéroes con enfoque pre-posmoderno (vamos, edad de bronce) que se haya escrito, al menos en epicidad.
Pero a pesar de todo ello es una buena historia, y en la recta final alcanza cotas de gran calidad cuando se centra en muerte. De hecho es posiblemente la mejor historia de Muerte. En ese sentido discrepo un poco contigo. Va de más a menos,sí, pero al final remonta y de qué manera.
Yo creo que más que infantilismo es humor. Shooter se dio cuenta de que hacía historias pesadas y serias en las que moría gente (aunque luego resucitaban 2 páginas después) y por eso necesitaba el humor. Había que desdramatizar. Su problema es que no es un tipo gracioso.