Cuando abres Hamlet alucinas porque no has visto nada igual. Es un cómic diferente a cualquier otro por su solución narrativa. Su autor, G. De Luca, decidió prescindir de los marcos de las viñetas en casi todo el cómic! Así, la secuencia narrativa de cada página se libera del corsé de filas y columnas que imponen las cuadrículas para relatar de forma nueva y distinta y sin perder de vista la totalidad de la página, cosa que tiene como resultado el que cada una de ellas sea una especie de splash-page caleidoscópica. Es cierto que prescindir de los marcos no sólo lo ha hecho De Luca. La solución de prescindir de los estos para fundir las viñetas recuerda a Toppi, otro gran maestro italiano y coetáneo suyo. Pero si Toppi conseguía hacer de cada página una ilustración perfecta, De Luca se acerca a la cronofotografía, es decir, a esas fotos que son resultado de juntar las fotos de los distintos momentos de un movimiento, pues lo que busca este gran dibujante es descomponer la acción de una forma que recuerda a la aspiración frustrada de Krigstein por usar más viñetas para contar historias.
Esta viñeta no es de la edición sobre la que comento.
Está claro que De Luca optó por esta novedosa y complicada opción porque lo que quería era adaptar Hamlet la obra de teatro. Es decir, no adaptar al Cómic el Hamlet de Shakespeare, sino adaptar su representación (se nota que siempre tuvo en mente la fantástica película Hamlet de sir L. Olivier). Para ello estableció que la página iba ser el decorado, en el teatro inmutable durante la escena y siempre íntegro para el ojo del espectador, y que el desarrollo narrativo lo marcaría el movimiento de los actores por el escenario. Así, prescindió de los marcos y procedió a multiplicar la figura por toda la página pues en la nueva situación el movimiento del personaje es lo que da coherencia a la página, a la escena y a la composición. De Luca podría haber optado por usar siempre el mismo tamaño de viñeta y dibujar siempre el mismo fondo, pero eso en la época precopy-paste era tedioso y arduo además de que no le permitiría usar la ventaja que tiene el Cómic sobre el Teatro que es el poder cambiar el punto de vista así como la cercanía de los personajes y objetos. Así pues, De Luca, al optar por prescindir de los marcos, se enfrentó a una tarea complicada que, porque tuvo éxito, se reedita aquí tras muchos años. Así, hoy y en nuestro idioma podemos ver como este autor, optando por dar la hegomonía al vacío para privilegiar la figura, ya que esta es la guía del lector, y colocando con sentido los bocadillos, salió triunfador del entuerto en el que voluntariamente había elegido meterse.
La pena es que la adaptación de Sima es muy floja de modo que la brillantez de De Luca se opaca. Que este dibuje estupendamente con un estilo idealista y limpio, que domine las manos, la parte más difícil de dibujar del cuerpo, y la gestualidad y que haga algo nunca visto no sirven para obtener un triunfo completo. Así, esta obra es reverenciada por su belleza, originalidad, audacia y brillantez, pero no por ser una historia porque Sima no sintetizó bien la obra de Shakespeare (no aparece la legendaria escena de la calavera!). Ofelia es la mayor perjudicada, pero Hamlet no le anda la zaga pues su tormenta interior queda muy desdibujada de tal forma que parece más el típico vengador del cine jolibudiense que un personaje shakespiriano. Desgraciadamente Sima privó a De Luca de hacer un cómic redondo porque se perdió en lo anecdótico y se centró en el argumento cuando lo importante son los caracteres. Así, hoy este cómic es valorado y destacado exclusivamente por criterios de metacómic, por su solución atrevida y hermosa. Si Sima hubiera sido tan ambicioso como De Luca, este cómic sería gigantesco. No obstante a esto, Hamlet tiene momentos vibrantes gracias a la opción tomada por aquel y páginas hermosas y únicas. El principio es sobresaliente, el asesinato de Polonio es impactante, la muerte de Ofelia es audaz, el duelo final es emocionantísimo gracias al dinamismo y energía obtenido por privilegiar el movimiento sobre el instante y las dos últimas páginas son impresionantes, quizás la mujer muerte del Cómic.
Mención especial a la editorial 001 por atraverse a publicar algo así, y hacer así algo de justicia con De Luca y con el aficionado español, y por hacerlo con una edición asequible y muy buena, nada de reducciones y errores. También merece destacarse la introducción de A. Pons pues lo habitual es que estas sean una chorrada. Su erudicción y su claridad expositiva permite que podamos contextualizar el cómic logrando así que lo disfrutemos más aquellos que no pasamos de aficionados y que esta edición de Hamlet sea tan redonda como debe ser.
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