"Gilgamesh el inmortal" es otro cómic legendario argentino que nos llega. Es de los 80 y es a su vez una continuación y una revisión de una versión anterior a cargo del mismo dibujante pero con otro guionista menos reputado. El argumento es el siguiente, Gilgamesh, ya inmortal y habiendo alcanzado la cima de la evolución de los seres inteligentes, no puede superar una nostalgia algo masoquista de modo que vuelve al principio de la Historia, que es cuando nació, para revivir todo otra vez. Habiendo olvidado la razón por la que perseguía la inmortalidad, Gilgamesh vuelve a la mortalidad. Así pues, este cómic es un relato entre "En busca del tiempo perdido" y el mito del Eterno Retorno.
R. Wood, un guionista culto y habilidoso, es quien nos plantea en este cómic un relato de estructura episódica que recorre la Historia desde el principio hasta los años 40 del siglo XX siguiendo a Gilgamesh, pues consiguió de un extraterrestre la inmortalidad (aquí esta no es de origen místico o mágico). Así, tras detenerse un tiempo presentado la Sumeria de Gilgamesh, de lo mejor del tomo, saltamos al siglo VIII a. C., al 33 d. C., al XII d. C., al XVI d. C., al XIX d. C. hasta parar en el XX d. C. Un viaje, naturalmente, por la Historia Occidental desde sus raíces hasta ayer bastante bien capturado y bastante original lo que demuestra la personalidad de Wood. Centrarse en Sumeria y hablar de Asiria no son tópicos como ir a ver a Jesús, ir a las Cruzadas siguiendo a Ricardo Corazón de León, visitar a los Borgia, conquistar a los incas, retirarse de Rusia siguiendo a Napoleón o combatir contra el Barón Rojo. El último episodio es el menos histórico de todos, de este modo Wood nos preludia una continuación donde el relato de Gilgamesh correrá libre de la Historia. Cada hito de "Gilgamesh el inmortal" es sólido, coherente y autónomo, algo que siempre da irregularidad ya que unos siempre son mejores o más interesantes que otros. Así, este cómic va de más a menos. La ligazón es un Gilgamesh, distinto pero fiel al original, el primer héroe épico del que se tiene noticia, que, a pesar de la inmortalidad, no ha perdido sus lazos con la humanidad, aún no ha trascendido, de modo que Wood puede vehiculizar a través de él una reflexión humanística desde la modernidad sobre la levedad del ser de ecos existencialistas y formas shakespirianas (el tema barroco de la vanitas está muy presente) que nunca le hace olvidar que debe escribir una aventura clásica que ha de entretener. Lo que da vigor a los episodios es el viaje de un inmortal por una Historia hecha a base de vidas duras y breves. Las páginas de este cómic, como las de la Historia, están llenas de muerte y vidas fugaces, lo que le da al cómic un aire de tragedia, de modo que Gilgamesh a veces aparece como un dios y a veces como un monstruo. Esto da intensidad a la historia porque produce un contraste entre él y los mortales. Por eso esta se resiente cuando aquel está ausente aunque los episodios, unos de CF (siempre encuentros con extraterrestres visitantes), otros puramente históricos y los restantes de aire fantasioso, siempre son competentes a pesar de que algunos son demasiado tópicos. Destacan el tríptico La muerte del guardián del pueblo, Utnapistim y La resurrección de Uruk por como relata el terror a morir de Gilgamesh y como este, tras lograr su sueño, se ve obligado a vivir una existencia errante y solitaria sin fin. El don envenenado de los cuentos tradicionales. También El nazareno gracias al retrato que hace de Poncio Pilatos, un gobernador civilizado que intenta no ahogarse en la barbarie que ha de administrar, y El Centinela, un gran relato de CF que casi por sí solo justifica la existencia de este pj.
Olivera es un dibujante reputado que en estas páginas demuestra que tenía muy presente lo que se hacía en Europa por aquellos años. Su faceta de ilustrador es dominante por lo que el que esté influenciado por el gran Toppi (rescate editorial ya) no es extraño. Olivera es tosco pero trabajador, con un buen sentido estético y muchos recursos de modo que, aunque sus figuras son torpes y siempre dibuja a la misma mujer, sus viñetas son atractivas. A mi no me convence mucho porque es un narrador gris, privilegia la viñeta sobre la página y su B&N es opresivo. Tiene muchas viñetas sobresalientes y su originalidad y ochenterismo dan mucha personalidad a sus páginas, pero estas desgastan por ser ruidosamente barrocas. Además, su esteticismo muchas veces contradice el tono trágico del relato.
La edición de 001 es competente, sobria y barata pero no de precio popular. Principalmente satisfacerá a los lectores rentabilistas, aquellos cuyo criterio de elección se basa únicamente en el precio de página, pues el formato libro no le hace un favor a los autores. A Olivera le hace agobiante y a Wood plomizo. De todos modos para mi su fallo es que su portada es mucho menos bonita que su 1º opción.
Así pues, "Gilgamesh el inmortal" es un cómic notable a pesar de que es un producto muy de su época pues juega a su favor que es un relato casi del género histórico centrado en la mortalidad. Podía ser mejor, pero el interesante trabajo de Wood también es pesado (como guionista de su época es de los que no dejan una viñeta muda) y el atractivo dibujo de Olivera también es saturador.
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