Por fin Norma se ha dignado a sacar los números inéditos de Percevan, una de mis series favoritas cuando era adolescente. Ha sido una agradable sorpresa pues, como esta editorial llevaba años asegurando que iba a sacarlos, yo había dejado de creer sus declaraciones.
Percevan es la típica serie de fantasía medieval francesa, es decir el realismo pesa más que en la anglosajona (señores de los anillos y demás), y también el típico cómic juvenil (para adolescentes) francés, aunque con un poquito más de sexualidad. Es, pues, un cómic de género e industrial sin nada nuevo en sus páginas, tan sólo como afrontan y plasman sus autores el esquema y las exigencias de un producto estandarizado. Nos relata las aventuras de Percevan, el típico héroe galán y gallardo, y su amigo Kervin, el típico gordo simpático, gracioso y cobarde con corazón de león, en un mundo fantástico, que podría ser la Francia del siglo XIII si esta hubiese estado habitada por magos, brujas y monstruos.
Léturgie se desenvuelve bien en este mundo convencional al conseguir superar el cliché y los personajes tan típicos como planos con tramas sencillas pero bien desarrolladas, un mundo sólido y coherente, basado en secundarios recurrentes, diálogos eficientes, buena comicidad y cierta originalidad e imaginación, y una narración agradable y sencilla que no se agota en posteriores lecturas. En esta última aventura Percevan intenta salvar el mundo del apocalipsis, y el resultado, por desgracia, está por debajo de la media de la serie. Estos nºs dan lo mínimo porque el enfoque es más convencional de lo habitual y Léturgie no puede ocultar que la historia está estirada. Supongo que es la manifestación de la falta de interés de unos autores que han tardado 6 años en completarla.
Para mi Luguy es la principal razón de que esta serie me guste y, a diferencia del guionista, su calidad no ha disminuido en esta última aventura. Su dibujo sencillo y caricaturesco, lo típico de este estilo de cómic, recuerda un poco a Mezieres, a Tabary y al manga y destaca por su eficacia (aunque nunca se complica la vida haciendo composiciones raras o adoptando extremos puntos de vista), por el diseño de personajes secundarios (muy barrocos ya que no tiene que dibujarlos constantemente) y por su detallismo en los fondos y en los motivos fantásticos. Además Luguy es un buen narrador de estilo clásico y sabe imprimir dinamismo y energía a sus dibujos. Por tanto, aunque su trabajo no destaca por su belleza o calidad, como es sólido, competente, imaginativo y currado responde muy bien a las necesidades del guión y del género y consigue que Percevan tenga alma.
Así pues estos números han decepcionado mis expectativas conservadas durante años pues la historia es floja. Pero sigue siendo un buen cómic francés juvenil. No hay que olvidar que esto es para pasar el rato, no tiene vocación de excelencia ni esta pensado para paladares exigentes.
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Impacientes Saludos.