Acabo de releer todo Tintín, mucho tiempo después de la última vez. Son simplones y algo pesados, pero en lo fundamental aguantan el tiempo gracias al enorme talento de Hergé, uno de los autores decisivos en el desarrollo del Cómic. Al leerlos no se puede evitar la sensación de otra época, la ausencia casi total de personajes femeninos y que estos sean cuarentonas antipáticas invocan, más que al machismo, al segregacionismo de origen mojigato imperante en la ficción juvenil anterior a 1968, pero da igual, y además hay muy pocas obras con años a las espaldas que no dan esa sensación, porque su creador es un dibujante magnifico con un dominio sobrehumano para la plasmación del movimiento, el belga es el rey del slapstick en el Cómic, y de las expresiones y un narrador visual consumado hasta el punto de poder jugar con las expectativas del lector o engañarlo, es un lástima que fuese incapaz de quitarse el corsé de la estructura de página de la BD, y porque en sus historias siempre pasan cosas. Me ha sorprendido de Tintín la violencia y el heroísmo porque no lo recordaba. En sus cómics hay peleas y tiroteos, la creación de Hergé es un consumado boxeador pues es capaz de tumbar a puñetazos tipos más grandes que él, un gran tirador tanto con pistola como con rifle y al menos es herido por bala 2 veces, y, sobre todo al principio, sus aventuras no son cosas que le ocurren sino que se dedica a desfacer entuertos. Esto me ha recordado a los superhéroes. Y creo que no es tontería porque Tintín es de la Edad Presuperheroica. Él es de 1929 y los superhéroes de 1938.
Occidente siempre ha producido muchos héroes. Los griegos y romanos crearon muchos, algunos reales y todo, y los medievales no bajaron el ritmo, miles de santos y docenas de caballeros, en la Edad Moderna los occidentales se relajaron aunque comenzaron a crear héroes de ficción de los cuales el más famoso es Quijote (tanto los antiguos como los medievales creían que sus héroes habían existido). Entonces, a finales del siglo XIX, se produce una explosión y surgen vaqueros, detectives y aventureros por doquier. Probablemente sea porque el Romanticismo recuperó la Fantasía denostada por humanistas y puritanos. Así llegamos a lo que he llamado Edad Presuperheroica. En los 1ºs 37 años del siglo XX se crearon muchos héroes que avanzan al superhéroe. Justicieros enmascarados, magos y hombres olímpicos fueron los personajes que en ese momento cortaron la pana en la ficción pop. En este panorama, especialmente fértil en EE.UU., no desentona Tintín. Si no fuese por ser cómico e infantiloide perfectamente sería un héroe pulp.
Además en cierta forma encaja con la época. Ya hablé della al hacerlo sobre el Superman primigenio. El tramo final de la Edad Supeheroica (de 1929 a 1938) fue muy duro debido al Crack. Por ello surgieron campeones de la justicia hasta en la realidad. Ya dije que en Italia apareció Mussolini para sustituir a Maciste, en Rusia apareció Stalin (este apodo significa hombre de hierro), en Alemania apareció Hitler, en España Franco y en EE.UU. Superman porque F. D. Roosevelt no podía serlo, y luego Wonder Woman porque las mujeres necesitaban una libertadora. Así, en esta secuencia cabe perfectamente, antes de Hitler, Tintín como campeón de una democracia conservadora. No debe ser casualidad que los campeones de los sistemas colapsados sean reales mientras que los de los eficientes sean de ficción.
Comparémoslo con el primer superhéroe. El belga es noble y periodista y al estadounidense le acabó saliendo familia y un perro. La diferencia está en los superpoderes pues ambos, a diferencia de muchos campeones coetáneos suyos, no van enmascarados. Esto puede que se deba a que Superman es la fantasía de unos jóvenes marginados de un estado con mucha delincuencia e injusticia y Tintín es el producto de una burguesía conservadora que se cree que vive en un país justo. Desde luego el 1º casi nunca sale de EE.UU. y el 2º está toda su vida fuera de Bélgica. También tiene su papel el que a los anglosajones les tira lo fantasioso más que a los francófonos, de hecho Tintín antes que caer en la Fantasía lo hace en el surrealismo o en el absurdo. Curiosamente cuando Hergé se cansó de su creatura es cuando aparecieron los superhéroes Marvel. En fin, que me parece que Tintín es un producto de su época, de una década que pedía héroes porque el mundo estaba cambiando y la gente se empobrecía (cómo ahora!).
En mi opinión los mejores cómics de la serie son los últimos, a partir de Stock de coque, este incluido, siendo los 3 últimos muy buenos, porque Hergé introdujo en ellos el drama, la ironía y la burla al haberse liberado del público infantil. Las joyas de la Castafiore es lo mejor de Tintín. Cansado de su creatura el autor belga se marcó una historia que es lo contrario de la típica aventura de Tintín, es un claro: me aburro, lo dejo, en la que Hergé demuestra una maestría galáctica en lo que es lo característico de su obra: el humor, el engaño y la broma. Así tenemos una historia donde Hitchcock feat J. Tati, los 2 referentes cinematográficos del autor belga. Tintín y los pícaros es otra genialidad por contar una historia de revoluciones sin usar la violencia y porque con 2 viñetas pone en su sitio el optimismo que ha dinamizado la Edad Contemporánea, la política se ha reído de ntros., no ha cambiado nada. Igual que Hergé, que desde el principio se mostró crítico con la política y el capitalismo sin escrúpulos; indudablemente Tintín es una obra de autor. Vuelo 714 para Sidney es la aventura de la serie más polémica porque Hergé retomó a su personaje saltándose algunas de sus normas de tal modo que los que habían crecido con él se sintieron traicionados. Por eso es normal encontrar malas críticas sobre este episodio a pesar de que en realidad, si lo generacional y lo conservador no nos ciega (etes no pero Yeti sí? Idos a cagar), es uno de los mejores, aún cuando es más obra del estudio Hergé que de Hergé mismo, porque la cosa es más compleja y seria de lo habitual. También está bien El país del Oro Negro, y dado que la continuidad de Tintín es muy estrecha, leer los resaltados obliga a leer al menos también El loto azul y La oreja rota, de modo que de perdidos nos leemos también Tintín en el Congo para así tener una perspectiva completa de una de las obras claves del Cómic.
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