Esta peli es una de mis favoritas porque me parece un relato magistral, fascinante y emocionante aunque ya, con el tiempo y los videados, ha perdido algo de lustre.
La peli relata la historia de unos conquistadores (hoy los llamamos emprendedores) que podrían ser perfectamente unos castellanos en América en el siglo XVI, en vez de ingleses en la Subcontiente Indio en el XIX porque los aventureros que protagonizaron la conquista de las Indias de América y de las de Asia fueron los mismos, marginados sociales, en parte porque no puede integrarse en su sociedad y en parte porque esta no tolera individuos semejantes. Gente pícara, inteligente, temeraria, violenta, descastada y sobre todo avariciosa y ambiciosa. Esta gente fue la que conquistó casi toda América para España y la que protagoniza el relato "El hombre que pudo ser rey" de Kipling questa peli adapta. Gente excluida que busca con la riqueza que quita a los extraños (sobre todo si son percibidos como primitivos bárbaros y como inferiores, como pasó sobre todo en la India) un lugar en su sociedad, pero no cualquier lugar, sino uno en la cúspide y por ello está dispuesta a asumir cualquier riesgo e ir a donde ningún compatriota suyo ha llegado nunca. Del mismo modo que los conquistadores castellanos iban cada vez más al sur y más al norte según se iba aposentado el orden europeo en las nuevas tierras, los protagonistas, Dravot y Carnehan (menudos nombres más chulos), se van a Kafiristán, un territorio que se extiende por los actuales Afganistán y Pakistán, que a finales del siglo XIX no había sido hollado por ningún inglés y desde hacía milenios por ningún occidental. De hecho, es un lugar tan remoto y aislado que no ha sido islamizado y por el que apenas ha pasado el tiempo. Esos 2 se van allí para intentar ser reyes, pero no para reinar hasta la muerte sino con el objetivo de que eso les permita ser aceptados por la élite inglesa, por la reina (Victoria) misma que los llamará "primos".
De eso va la peli filmada con solvencia e invisibilidad por J. Huston con un estilo clásico, es decir, sobrio, fluido, tranquilo, armonioso y con predominio de planos amplios. Una dirección un tanto distante (sobre todo en tv, donde los actores aparecen siempre pequeños) y fría de modo que no le saca todo el jugo al guión y a unos actores magníficos o quizás sea simplemente que los tiempos han cambiado y estos nos hacen pensar que le faltan primeros planos y más tensión en el montaje. De todas formas, eso no quiere decir que la peli no tenga momentos excelentes. Ahí está la presentación de los personajes, sobre todo la de los sacerdotes que de blanco impoluto y con los ojos cerrados interrumpen una batalla (y el plano) sin ningún aspaviento, y el final, rodado de forma dura y seca y moviendo muy bien las masas para sublimar el contraste dramático entre el movimiento y la quietud del paisaje y entre el tamaño de las masas y la soledad de los protas.
Los actores Connery y Caine están maravillosos (y fantásticamente doblados) y demuestran que son la mejor pareja masculina del cine junto con la de Redford y Newman (esta peli y "Dos hombres y un destino" tienen bastante en común) y la de Lemmon y Mathau. Lástima que no haya tenido tanto recorrido como las estadounidenses. Ambos están magníficos encarnando a sus aventureros y opacan con su excepcional simpatía el lado oscuro de estos. Sobresale Connery, no en vano es la mejor actuación de toda su carrera. Se nota que está encantado con su papel y seguro que ello tiene mucho que ver con que esté mejor que Caine, que es mucho mejor actor que él, quien está más gris, aunque eso quizás sea porque, aunque la peli la protagonizan los dos, su personaje es el segundón de la pareja. Les apoyan la sólida y elegante interpretación de Plummer que sabe, ayudado por el maquillaje, ocultar su aspecto elegante y aristocrático para encarnar un modesto y gris chupatintas que realza la extraordinaridad de la pareja protagonista, la de S. Jaffrey, que encarna al perfecto lacayo que está detrás de todo gran héroe, un entrañable personaje al que no le importa que la lealtad le lleve a la muerte, y las de los actores y extras marroquíes, más que perfectos y llenos de entusiasmo.
Pero la principal bondad de la peli no es una gran dirección clásica o unas magníficas interpretaciones, sino el magnífico guión. No es muy fiel al relato pero sí a su espíritu y, además, afila sus virtudes. El relato de Kipling es breve (y está maravillosamente escrito, por lo que dado lo poco que se tarda en leer es absolutamente recomendable), demasiado escaso para llenar una peli así que los guionistas lo tenían difícil (uno de ellos es el propio director), de modo que tiene más mérito el buen trabajo que hicieron adaptándolo. El principio está prácticamente calcado y muchas de las frases que dicen los personajes en el relato están también en el guión. Las diferencias están en todo el meollo de la cuestión, como se hacen con el reino así como su relación con los kafires, en el humor y en que la pareja es más igualitaria (no en vano son Connery y Caine, no 2 personajes) y es más simpática. Estas diferencias están dictadas por la necesidad de la peli por contar de forma más detallada y visual los avatares de la aventura (por ejemplo, el tema de la flecha, que es magnífico por su sutilidad y visualidad, no aparece en el relato), por eso pone más de relieve a la masonería, hace más difícil la conquista del Kafiristán, enlentece el desarrollo de la historia, personaliza más los acontecimientos dándole más papel al sumo sacerdote y se inventa a Billy Fish, aunque su nombre es el de un personaje del relato. Lo que más brilla del guión es que sacó a la superficie y potenció el aspecto mítico del original (inspirado en hechos reales), que es lo que le hace memorable. Kipling enfocó su relato de aventuras como si fuese un cuento de fantasmas o sobrenatural típico del XIX . De esos en que se cuenta un relato a todas luces fantástico si no fuese porque los acontecimientos han dejado una prueba tangible de lo acontecido (quién asegura que Peachy no es una ilusión producto del infernal calor de la India, salvo la cabeza de Dravot?). De esta forma dio al relato una fuerza arquetípica y mítica (algo que explica porque Kipling es un autor para adolescentes) que en la peli es bastante más vigorosa gracias a los guionistas. Por eso la adaptación eleva el relato de Kipling. Es menos realista, pero tiene más fuerza primordial porque hace más patente su aspecto mítico de aventura-viaje por el mundo mítico (Kafiristán es, en cierto modo, como aquel, un mundo atemporal, pues vive como si no hubiesen pasado los últimos 2214 años). El viaje de Dravot y Carnehan es el viaje arquetípico de todo héroe (aunque ellos, por mor de la modernidad, sean más unos villanos). El viaje al que están destinados unos seres marginales por excepcionales (aquí su condición de masones, la cual les dota de un vínculo con el pasado remoto que es el quid de su éxito y es un mecanismo similar de anticipación del triunfo como el ser el profetizado o ser el verdadero heredero del reino). Un viaje por territorios desconocidos culminado por la conquista de la corona de Kafiristán que prueba su excepcionalidad, antes sólo intuida o sólo patente para el espectador. Que el final no sea el típico final feliz de estas aventuras no es extraño porque es un mito heroico y en ellos el final trágico es bastante habitual (recuerden como acabaron Heracles o Prometeo). El final es griego porque lo que provoca la ruina es la vanidad y el orgullo, el aspirar a metas más altas que las que merecen los humanos, es decir, el aspirar a ser un dios, ya que el viaje ha sido infructuoso para Carnehan y Dravot porque no han aprendido nada, no han mejorado como personas. Así la peli es mejor que el relato. Al desarrollar más los personajes, su tragedia y las ideas que están tan sólo sugeridas por Kipling, hace más emocionante e interesante el asunto. Así, en la peli se hace más patente que en el relato el que la aventura de Dravot y Carnehan es la lucha entre el caos (ellos) y el orden (la sociedad británica-hindú y la kafiri), entre el poder político (los reyes) y el religioso (los sacerdotes), entre la vanidad-avaricia y la humildad-frugalidad, entre la carne y el espíritu (lo que precipita la tragedia es el apetito carnal de Dravot que va en contra de su condición divina, pues los dioses no sienten apetitos carnales), entre el destino y el deseo de librarse de él, entre el imperialismo y la autodeterminación (el 1º está avocado al fracaso porque no está preparado para entender a los indígenas) y entre la amistad y el mundo. Conflictos que protagonizan y provocan la pareja protagonista y que pierden dada su condición de personajes trágicos o parias, ya que en una sociedad conservadora (y todas las sociedades míticas lo son) los advenedizos siempre están abocados al fracaso. Sólo que aquí, de nuevo por mor de la modernidad, tienen la suerte de que su historia es contada y ellos admirados.
Así pues, "El hombre que pudo reinar" es más que una excelente peli de aventuras con una gran b.s., es algo más que un relato sencillo muy bien contado cuya moraleja es que la avaricia rompe el saco, porque trata sobre los grandes temas de la humanidad. Por eso es un clásico y por ello no merece haber sido olvidado, ya que los espectadores siempre se van reconocer en Dravot y Carnehan porque sus vidas se mueven por los mismos derroteros aunque a otra escala. Así que véanla aunque ya la hayan visto, porque nunca está de más disfrutar de un peliculón que habla sobre nosotros mismos.
Comentarios
Sí, la portada es horrible.
Impacientes Saludos.
Pues me parece muy bien. Yo pensaba que se trataba de opinar. "El nombre de la rosa" -película- en conjunto es inferior a la novela de Eco en que se basa y a "El hombre que pudo reinar" pero a mí su interpretación me gustó más quizás precisamente por eso que tú dices, que es un papel que se ajusta menos a sus características y lo hace realmente bien (salvando claro está la propia opinión de Connery y la tuya) ;-D
Impacientes Saludos.