Esta fue una de mis pelis favoritas porque el tiempo y los videados han hecho que ya no me entusiasme y emocione como antaño. No obstante, sigue conectando conmigo porque sigo creyendo que es importante lo que defiende y revindica.
La peli cuenta el desvaratamiento por parte del barón de un imaginario asedio turco (el de la peli se sitúa en el XVIII y el último fue en el XVII) a una imaginaria Viena (en la peli una ciudad costera, en la realidad un ciudad interior). Ignoro si este argumento es el del cuento, pero la fidelidad no es importante, ya que la razón para revisitar el cuento del barón Munchausen es que revindica la imaginación y la creatividad. Algo que es necesario hoy (en el hoy de la peli y en el actual para Gilliam y para mi), porque estan amenazadas por un mundo de leyes y burocracia que teme, desprecia y persigue lo que no puede reglamentar (desde el heroísmo hasta el Arte). Por eso Gilliam era el más adecuado para filmar las aventuras del barón Munchausen, pues, hoy en día, es el que mejor hace que lo fantástico tenga la misma entidad que lo real, que es la clave de este cuento.
Terry Gilliam fue uno de los Monty Python (hay mejor recomendación que esa?), el único estadounidense y el que se encargaba de esas animaciones de papel que parecían tan obsoletas, pero que hoy vuelven a ser muy modernas gracias al Flash. Esta característica es muy importante, ya que explica porque este director es uno de los mejores de la Historia en la conformación y uso del diseño de producción y la escenografía, siendo esto, además, su sello. Sus decorados y vestuario siempre estan muy bien hechos y son barrocos, fantasiosos y exhuberantes porque Gilliam lo necesita así para poder convertirlos en otro pj más (para él la pantalla verde es una aberración). De esta forma puede cobrar visualidad el principal discurso de la peli que es que lo imaginativo y fantasioso (encarnados en el barón) sólo son irreales si los consideramos así. La credulidad hace posible que se pueda llegar en globo a la Luna o que un enano sople tan fuerte como el lobo de los "Tres cerditos", cosa que no es despreciable ni perjudicial. Por lo que el ataque, secular ya, de las reglamentaciones, la burocracia, la mediocridad, la Razón, la homogeneidad (que nos deshumaniza al hacernos iguales) y la Ciencia a la imaginación, la poesía, la fantasía, la individualidad, la diferencia y la aspiración no tiene sentido, pues son estas cosas, no las otras, las que no hacen felices. Un dialéctica que en la peli también es presentada como una lucha entre la modernidad y la antigüedad (por eso la peli se ambienta en el XVIII, el Siglo de la Razón). La preocupación por el resultado de este enfrentamiento (que es un ataque de la razón a lo "irracional") es muy de la generación del director, que viene de una época donde la creatividad y el ingenio aún eran necesarios para superar las limitaciones de la tecnología (algo que fortuitamente hoy se ve en la peli, pues esta hecha enteramente con efectos especiales tradicionales, recuerden la fecha de su factura, lo que contrasta con los curiosamente prosaicos efectos especiales digitales actuales) y donde había cierto miedo (entre los adultos) de que las máquinas, más eficientes e "inteligentes", los desplazasen como trabajadores. De forma que esta dialéctica también es la que hay entre lo útil y lo inútil, la cual para Gilliam esta mal planteada, ya que la fantasía y la esperanza es realmente lo útil. En mi opinión, esta dialéctica esta más presente ahora que en el momento de esta peli, por lo que el tiempo no ha afectado al film. Así pues, esta peli es otra "Brazil", pero esta vez más para todos los públicos y más positiva.
"Las aventuras del barón Munchausen" esta dirigida con eficacia por Gilliam, con sobriedad y clasicismo, pero con cierto carácter meliesiano y jugando con el ritmo aprovechando el guión episódico. Que es sencillo pero inteligente y entretenido, con algunos momentos brillantes (el episodio de la Luna) y otros muy divertidos (la ópera del Sultán).
En general los actores estan bien. Destacan la niña coprotagonista, (Gilliam es un buen director de niños) S. Polley, quien hoy en día, imagino, será una guapa pelirroja, y O. Reed, espléndido como el bruto y obtuso Vulcano. La lástima es que el actor protagonista, Neville, lo haga mal no consiguiendo, en consecuencia, dotar de carisma y verosimilitud a su pj (imprescindible para encarnar un fabulador con eficacia), que es el prota, a quien encima interpreta con flema británica cuando es alemán (por eso este pj gana con el doblaje). Así pues, una interpretación fracasada que perjudica a la peli dada la importancia de ese pj. Esto, junto con una b.s. poco acertada, son lo más flojo de la peli. Por último destacar otra vez el magnífico trabajo de producción (italiano sobre todo, por algo son la primera potencia mundial en eso), pues fue capaz de representar con verosimilitud el siglo XVIII y de dotar de veracidad lo fantástico, logrando, con ello, que la peli funcione. Pero no hay que olvidar que parte del mérito de eso lo tiene Gilliam, ya que es el que saca partido al atrezzo.
No puedo hablar de esta peli y omitir la participación de una Uma Thurman de veintipocos, bellísima y elegante con su cuello de cisne y su nariz recta, defendiendo muy bien un escote mortal para el espectador, de forma que encarna perfectamente a la Venus de Boticcelli. Con lo que redondea una peli de aventuras, en la mejor tradición del género, que, para variar, tiene la gravedad de un mensaje humanístico y crítico que habla a favor de la imaginación y lo diferente y en contra de la sociedad gris y mediocre que, poco a poco, se va imponiendo apoyándose en la desidia y el conformismo.
Comentarios
Me han entrado ganas de verla otra vez.
La princesa diminuta de Simbad, en su jaula de oro, tan adorable...
De "Furia de Titanes" me quedo con el pegaso y la medusa.
Buena película, buen cuento.
Ismael, el Tití Ribiera.